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Que les paguen a los carpinteros, a los maestros de obra y a los albañiles, y que compren madera y piedras de cantería para restaurar el templo. Pero no les pidan cuentas a los que están encargados de pagar, pues ellos proceden con toda honradez».

El sumo sacerdote Jilquías le dijo al cronista Safán: «He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor». Entonces se lo entregó a Safán, y este, después de leerlo,

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