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Tomó la imagen de la diosa Aserá que él había hecho y la puso en el templo, lugar del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, he decidido habitar[a] para siempre. Nunca más dejaré que los israelitas anden perdidos fuera de la tierra que les di a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que yo les he ordenado, es decir, toda la ley que les dio mi siervo Moisés». Pero no hicieron caso; Manasés los descarrió, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó delante de ellos.

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Footnotes

  1. 21:7 habitar. Lit. poner mi nombre.