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Sin embargo, no se quitaron los altares en los montes, sino que el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en esos altares. Pero el Señor hirió al rey con lepra, y estuvo leproso hasta el día de su muerte. Vivía en una casa aparte, y su hijo Yotán estaba a cargo del palacio y de gobernar al pueblo.

Los demás hechos de Azarías, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

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