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Rodearán al rey en todo momento a dondequiera que vaya, cada uno arma en mano. Matarán a cualquiera que se acerque».

Los capitanes obedecieron al sacerdote Joyadá en todo lo que ordenó. Cada capitán tomó sus soldados. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio en el templo el día de descanso como a los que quedaban libres. Todos fueron al sacerdote Joyadá, 10 y él les dio lanzas y escudos. Eran las lanzas y escudos que David había puesto en el templo del SEÑOR.

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