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Rodearéis completamente al rey con las armas en la mano y si alguien intenta forzar las filas, lo matáis. Tenéis que acompañar al rey a todas partes.

Los centuriones hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado: cada uno con sus hombres, tanto los que entraban de servicio el sábado, como los que salían, se presentaron al sacerdote Joyadá. 10 El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David que se guardaban en el Templo del Señor.

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