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Y las otras dos secciones, con todos los que salen de servicio el sábado, harán la guardia en el Templo junto al rey. Rodearán completamente al rey con las armas en la mano y si alguien intenta forzar las filas, lo matan. Tienen que acompañar al rey a todas partes.

Los centuriones hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado: cada uno con sus hombres, tanto los que entraban de servicio el sábado, como los que salían, se presentaron al sacerdote Joyadá.

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