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Cuando recibieron las cartas sintieron mucho miedo, y dijeron: «Si dos reyes no pudieron vencer a este hombre, ¿qué podemos hacer nosotros?». Entonces el administrador de los asuntos del palacio y el gobernador de la ciudad, junto con las demás autoridades de la ciudad y los que cuidaban a los hijos de Acab, le enviaron este mensaje: «Jehú, somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas. No proclamaremos como rey a ninguno de los hijos de Acab. Queremos que tú seas nuestro rey. Haz lo que creas conveniente». Jehú les escribió otra carta, con el siguiente mensaje: «Si de verdad están de mi parte, y están dispuestos a obedecerme, les pido que mañana, a esta hora, vayan a Jezrel y me lleven las cabezas de los hijos de Acab».

(Los setenta hijos del rey Acab vivían con los hombres que estaban a cargo de su crianza).

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