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Jazael, rey de Siria

Eliseo se había ido a Damasco (capital de Siria). En esos días el rey Ben Adad estaba enfermo, y alguien le dijo al rey que el profeta había llegado. 8-9 «Lleva un presente al varón de Dios y pídele que le pregunte al Señor si sanaré o no» —le ordenó a Jazael.

Jazael llevó cuarenta camellos cargados de los mejores productos de la tierra, como presente para Eliseo, y le dijo:

―Ben Adad, el rey de Siria y servidor tuyo, me ha enviado a preguntarte si sanará.

10 Eliseo le respondió:

―Le dirás que sí se sanará. Pero el Señor me ha mostrado que de todas maneras va a morir.

11 Eliseo se quedó mirando a Jazael, y lo hizo sentir incómodo. Luego Eliseo rompió a llorar.

12 ―¿Qué le pasa a mi señor? —le preguntó Jazael.

Eliseo le respondió:

―Yo sé las cosas terribles que le harás al pueblo de Israel. Quemarás sus ciudades fortificadas, matarás a los jóvenes, estrellarás a los niños contra las rocas, y abrirás el vientre a las mujeres embarazadas.

13 ―¿Soy yo un perro, acaso? —preguntó Jazael—. ¡Jamás haré algo semejante!

Pero Eliseo le respondió:

―El Señor me ha mostrado que vas a ser rey de Siria.

14 Cuando Jazael regresó, el rey le preguntó:

―¿Qué te dijo el profeta?

Y Jazael respondió:

―Me dijo que usted va a sanar de su enfermedad.

15 Pero al día siguiente, Jazael tomó una manta, la mojó en agua y cubrió con ella el rostro del rey, hasta que este murió asfixiado. Luego, Jazael tomó posesión del trono.

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