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Antíoco quedó en tal mal estado que se le pudrió el cuerpo y le salieron gusanos. La carne se le caía a pedazos y daba gritos de dolor. Tan mal estaba, que los soldados no soportaban el olor que salía de su cuerpo. 10 Olía tan mal que ningún soldado quería cargar su camilla. ¡Que terrible situación para aquel que creyó tener el cielo en su mano!

11 Pero como sus dolores aumentaban, Antíoco empezó a cambiar su actitud orgullosa, y a reconocer que todo se debía a un castigo de Dios.

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