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Así murió el primero. Luego llevaron al segundo al lugar de castigo, le arrancaron el cabello, y le preguntaron: «¿Vas a comer carne de cerdo, o te empezamos a cortar en pedazos?» Y como él respondió en su idioma materno: «¡No comeré!», le hicieron lo mismo que al primero.

Cuando estaba a punto de morir, le dijo al rey: «¡Asesino! Podrás quitarnos la vida, pero Dios, el Rey de este mundo, nos resucitará y nos dará la vida eterna. Dios hará esto por nosotros, pues morimos por obedecer sus leyes».

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