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Así murió el primero.

Entonces llevaron al segundo al suplicio, y después de arrancarle el cuero cabelludo, le preguntaron:

—¿Quieres comer, para que no te corten el cuerpo en pedazos?

Él, respondiendo en su lengua materna, dijo:

—¡No!

Así que fue sometido igualmente al tormento. Pero él, exhalando el último suspiro, dijo:

—Tú, criminal, nos quitas la vida presente. Pero el Rey del mundo nos resucitará a una vida eterna a nosotros que morimos por sus leyes.

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