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28 Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra, que veas todo lo que hay en ellos y entiendas que de la nada Dios lo hizo todo; y que de la misma manera creó el género humano. 29 No temas a este verdugo; muéstrate digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que por la misericordia de Dios yo te recobre junto con ellos.»

30 Todavía estaba ella hablando, cuando el joven dijo: «¿Qué esperan ustedes? No obedezco las órdenes del rey; obedezco los mandamientos de la ley que Dios dio a nuestros antepasados por medio de Moisés.

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