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35 La muerte injusta y violenta de Onías causó mucho dolor y enojo, no sólo entre los judíos sino también entre la gente de otros países. 36 Cuando el rey Antíoco regresó a la ciudad de Antioquía, los judíos y los griegos que vivían allí fueron a hablar con él, para protestar por el asesinato de Onías.

37 Antíoco se llenó de tristeza, y lloró con dolor al recordar la prudencia y sabiduría de Onías.

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