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Tanto creció el odio entre ellos, que hasta uno de los seguidores de Simón cometió varios crímenes.

Onías vio que este odio le podría traer muchos problemas. Para colmo de males, Apolonio hijo de Menesteo, que era general de los ejércitos de Celesiria y Fenicia, apoyaba a Simón en su maldad. Por eso Onías decidió presentarse ante el rey, no para acusar a sus compatriotas, sino para buscar el bien de toda la nación.

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