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34 Ahora tú, que has recibido el castigo del Dios del cielo, cuéntales a todos del gran poder de Dios». Y apenas terminaron de decirle esto, los jóvenes desaparecieron.

35 Entonces Heliodoro le presentó a Dios una ofrenda y le hizo muchas promesas, porque lo había sanado. Después se despidió de Onías y regresó con su ejército a donde estaba el rey. 36 Y a partir de aquel momento, daba testimonio ante la gente de las grandes y poderosas obras del Dios altísimo, que él había visto con sus propios ojos.

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