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18 La gente de Jerusalén salía de sus casas y oraba por las calles en favor del templo, que estaba en peligro de no ser respetado. 19 Las mujeres, para mostrar su dolor, se pusieron ropas sencillas y ásperas, y así andaban por las calles. Las muchachas, que debían permanecer encerradas en sus casas, corrían espantadas hacia los portones de la ciudad o subían a las murallas, mientras que otras miraban por las ventanas. 20 Pero todas, con las manos levantadas al cielo, oraban a Dios.

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