2 Macabeos 14:5-36
Dios Habla Hoy
5 Pero encontró una ocasión propicia para sus insensatos propósitos: Demetrio lo llamó a una reunión de sus consejeros, y le preguntó sobre las disposiciones y planes de los judíos. Alcimo respondió: 6 «Los judíos llamados hasideos, cuyo jefe es Judas Macabeo, fomentan la guerra y la revolución, y no dejan que haya tranquilidad en el reino. 7 Así, yo, aunque me han quitado mi dignidad hereditaria, es decir, el cargo de sumo sacerdote, he venido aquí por dos motivos: 8 en primer lugar, por un sincero interés en los asuntos del rey; y en segundo lugar, por el bien de mis propios conciudadanos, pues por la falta de juicio de las personas que acabo de mencionar, todo nuestro pueblo se encuentra en situación sumamente difícil. 9 Aconsejo a Su Majestad que se informe bien de estas cosas, y que tome las medidas que convienen al país y a nuestro amenazado pueblo, conforme a la bondad y generosidad de Su Majestad para con todos; 10 pues, mientras Judas viva, será imposible que el estado goce de paz.»
11 Cuando Alcimo terminó de hablar, los otros amigos del rey, que veían con malos ojos a Judas, se apresuraron a excitar aún más a Demetrio. 12 Éste eligió inmediatamente a Nicanor, capitán del escuadrón de elefantes, lo nombró jefe militar de Judea y lo envió 13 con la orden de matar a Judas y de dispersar a los que estaban con él y restablecer a Alcimo como sumo sacerdote del más grande de los templos. 14 Los paganos de Judea que habían huido por miedo a Judas, se reunieron en masa alrededor de Nicanor, pensando que sacarían provecho de la derrota y el desastre de los judíos.
15 Al recibir noticias de la llegada de Nicanor y del ataque de los paganos, los judíos esparcieron polvo sobre sus cabezas y oraron a Dios, que había establecido a su pueblo para siempre y que sin cesar se había preocupado de su heredad manifestándose gloriosamente. 16 Cuando su jefe les dio la orden, se pusieron en marcha desde el lugar donde se encontraban, y trabaron combate con los enemigos en el pueblo de Hadasá. 17 Simón, hermano de Judas, estaba combatiendo contra Nicanor, pero a causa de la repentina llegada de los enemigos tuvo un pequeño fracaso. 18 Sin embargo, Nicanor, al conocer el valor de Judas y sus compañeros, y su ánimo cuando luchaban por la patria, decidió no acudir a las armas para solucionar sus diferencias. 19 Así pues, envió a Posidonio, a Teodoto y a Matatías para proponer la paz a los judíos.
20 Después de estudiar detenidamente las condiciones, Judas las comunicó al ejército, que se mostró conforme y dio su aprobación al tratado de paz. 21 Fijaron un día para que los jefes se reunieran en privado. De cada ejército se adelantó un carro, y se colocaron asientos de honor. 22 Judas había colocado en sitios estratégicos gente armada y preparada, por temor a que de pronto los enemigos les hicieran alguna mala jugada. En la entrevista, los jefes llegaron a un acuerdo.
23 Nicanor se quedó algún tiempo en Jerusalén y se portó correctamente. Incluso despidió a los soldados que se habían reunido alrededor de él. 24 Siempre tenía cerca a Judas, pues sentía una gran estima por él. 25 Le recomendó que se casara y tuviera hijos. Y Judas se casó y disfrutó de la vida en paz.
Se reanudan las hostilidades
26 Pero Alcimo, al ver las buenas relaciones que había entre Nicanor y Judas, y habiendo conseguido una copia del tratado, fue a buscar a Demetrio y le dijo que Nicanor seguía una política contraria a los intereses del estado, pues había nombrado sucesor suyo a Judas, que era enemigo del reino. 27 El rey se enfureció, e incitado por las calumnias de ese gran malvado, le escribió una carta a Nicanor, en la que le decía que no podía aceptar lo pactado y le ordenaba poner preso inmediatamente a Macabeo y enviarlo a Antioquía. 28 Al recibir la carta, Nicanor se contrarió mucho, pues no quería faltar al pacto, ya que Judas no había hecho nada malo. 29 Pero, como no podía oponerse al rey, valiéndose de la astucia buscaba una ocasión propicia para cumplir la orden.
30 Sin embargo, al darse cuenta Macabeo de que Nicanor se portaba duramente con él y que su trato se hacía cada vez menos amistoso, y sospechando que esa dureza no hacía esperar nada bueno, reunió un buen número de partidarios suyos y se escondió de Nicanor. 31 Al darse cuenta Nicanor de que Judas le había ganado limpiamente la partida, se presentó en el sublime y santo templo a la hora en que los sacerdotes ofrecían los sacrificios regulares, y les ordenó que le entregaran a Judas. 32 Ellos aseguraron con juramento que no sabían dónde estaba el hombre que Nicanor buscaba. 33 Entonces éste, extendiendo su mano derecha hacia el templo, juró diciendo: «Si ustedes no me entregan a Judas prisionero, arrasaré este templo de Dios y destruiré el altar, y en su lugar levantaré un grandioso templo al dios Baco.» 34 Dichas estas palabras, se retiró. Los sacerdotes, levantando las manos al cielo, empezaron a suplicar de esta manera a Dios, que siempre había protegido a nuestro pueblo: 35 «Tú, Señor, que no tienes necesidad de nada, has escogido este templo como tu lugar de residencia en medio de nosotros. 36 Ahora, Señor santísimo, guarda siempre libre de profanación este santuario, que hace poco fue purificado.»
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2 Macabeos 14:5-36
Traducción en lenguaje actual
5 Tiempo después, Demetrio invitó a Alcimo a una reunión de sus consejeros, y le preguntó sobre los planes y el estado de ánimo de los judíos. Entonces Alcimo aprovechó el momento para llevar a cabo sus malas intenciones, y dijo:
6 «Entre los judíos existe un grupo de gente muy fiel a la ley de Dios, y son conocidos como los hasideos. Su líder es Judas Macabeo. Ese grupo es el que anima a los demás a ir a la guerra, y no deja que haya paz en el reino. 7 Fueron ellos los que me quitaron el cargo de jefe de los sacerdotes, el cual heredé de mis antepasados. Por eso salí de mi país, 8 y he venido a tu reino por dos razones: en primer lugar, porque me interesan los asuntos del rey; y en segundo lugar, porque me preocupa mucho el bienestar de mis compatriotas, quienes, por las locuras de esos guerrilleros, están pasando por una situación muy difícil. 9 Por eso le ruego a usted, Su Majestad, que se informe bien de lo que está pasando, y que de acuerdo con su bondad y comprensión, haga algo a favor de mi pobre país. 10 Puedo asegurarle que mientras Judas Macabeo esté vivo, no habrá paz en nuestro país».
11 En cuanto Alcimo terminó de hablar, los demás consejeros del rey también acusaron a Judas ante el rey Demetrio, pues lo odiaban. 12 De inmediato, el rey nombró como gobernador de Judea a Nicanor, que era jefe del escuadrón de elefantes del ejército. Lo envió 13 con órdenes de matar a Judas y dispersar a sus seguidores. Además, le ordenó que colocara de nuevo a Alcimo como jefe de los sacerdotes del templo más importante.
14 Sucedió que todos los enemigos de los judíos que vivían en Judea se unieron a Nicanor. Esa gente había huido de allí por temor a Judas, pero pensaba que si derrotaban a los judíos les iría bien. 15 Al enterarse los judíos de ese plan, se echaron tierra sobre la cabeza en señal de dolor y oraron a Dios. Y es que Dios les había dado esa tierra y siempre los había protegido, mostrando su poder por medio de milagros extraordinarios.
16 Cuando Judas Macabeo les dio la orden, salieron a enfrentarse con sus enemigos. La batalla se llevó a cabo en el pueblo de Hadasá. 17 Simón, el hermano de Judas, salió a atacar a Nicanor. Pero los soldados de Simón se asustaron ante el contraataque sorpresivo de Nicanor, y sufrieron una pequeña derrota.
18 A pesar de ello, cuando Nicanor supo que Judas y sus seguidores eran muy valientes, y que no se rendían con tal de defender su patria, tuvo miedo de resolver el asunto por la fuerza. 19 Así que envió como mensajeros a Posidonio, a Teodoto y a Matatías, para hacer las paces con los judíos. 20 Luego de estudiar con cuidado la propuesta de paz, Judas se la hizo saber a sus soldados, y ellos estuvieron de acuerdo. 21-22 Entonces fijaron un día para que los jefes de los dos ejércitos se reunieran a solas.
Ese día, Judas puso en distintos lugares a hombres armados y listos para defenderlo, en caso de que los enemigos le tendieran una trampa. Cada jefe de su ejército llegó en su carro, y la reunión se celebró sin ningún problema.
23 Nicanor se quedó en Jerusalén por un tiempo, y se portó tan bien que hasta despidió a los soldados que se le habían unido. 24 Llegó a sentir mucho afecto por Judas, y siempre lo tenía a su lado. 25 Le aconsejó a Judas que se casara y tuviera hijos. Entonces Judas se casó, y vivió muy feliz.
Nicanor se pone otra vez en contra de Judas
26 Al darse cuenta de lo que pasaba, Alcimo consiguió una copia del acuerdo de paz entre el gobernador Nicanor y Judas Macabeo, y fue a hablar con el rey Demetrio. Le dijo que Nicanor estaba en su contra, pues había nombrado a Judas para que ocupara su lugar de jefe de los sacerdotes, a pesar de que era enemigo del reino.
27 El malvado Alcimo, con sus diabólicas acusaciones, hizo enojar mucho al rey. Por eso el rey le envió una carta a Nicanor. En esa carta le ordenaba apresar de inmediato a Judas Macabeo y enviarlo a Antioquía, pues no aceptaba el acuerdo que habían hecho.
28 Cuando Nicanor recibió la carta, no supo qué hacer. Sabía que no era correcto romper el acuerdo con Judas, pues éste no había hecho ningún mal. 29 Pero como no podía ir en contra del rey, comenzó a buscar la oportunidad de cumplir con esa orden por medio del engaño.
30 Judas comenzó a sospechar que algo andaba mal, pues Nicanor ya no era el mismo con él, y lo trataba con dureza y frialdad. Así que reunió a sus seguidores y no volvió a encontrarse con Nicanor.
31 Nicanor descubrió que Judas se había adelantado a sus planes y se le había escapado. Por eso fue al santo y precioso templo, y les ordenó a los sacerdotes que le entregaran a Judas. A esa hora ellos estaban presentando sus ofrendas. 32 Ellos le juraron que no sabían dónde estaba. 33 Entonces Nicanor extendió su mano derecha hacia el templo y juró: «Si ustedes no me entregan preso a Judas, destruiré por completo este templo y su altar, y aquí mismo construiré un templo grandioso para el dios Baco».
34-35 Dicho esto, Nicanor se fue. Los sacerdotes levantaron sus manos al cielo de inmediato, y oraron a Dios: «Señor, tú siempre has defendido a tu pueblo, y aunque no tienes necesidad de nada, elegiste vivir en este templo, entre nosotros. 36 Por eso ahora, Dios santo, te pedimos que libres de toda contaminación a este templo, que hace poco tiempo fue purificado».
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