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36 Por eso ahora, Dios santo, te pedimos que libres de toda contaminación a este templo, que hace poco tiempo fue purificado».

Muerte de Razís

37 Había en Jerusalén un hombre llamado Razís, que era uno de los líderes de la ciudad y se preocupaba mucho por el bienestar de su pueblo. Gozaba de muy buena fama y, debido a su generosidad, lo llamaban «Padre de los judíos». Pues bien, a este hombre lo acusaron ante el gobernador Nicanor. 38 Ya antes, durante la guerra, también lo habían acusado de defender la religión judía. Pero Razís, por amor a su fe, estaba dispuesto a entregar su vida.

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