Add parallel Print Page Options

34-35 Dicho esto, Nicanor se fue. Los sacerdotes levantaron sus manos al cielo de inmediato, y oraron a Dios: «Señor, tú siempre has defendido a tu pueblo, y aunque no tienes necesidad de nada, elegiste vivir en este templo, entre nosotros. 36 Por eso ahora, Dios santo, te pedimos que libres de toda contaminación a este templo, que hace poco tiempo fue purificado».

Read full chapter