Add parallel Print Page Options

34 Dichas estas palabras, se retiró. Los sacerdotes, levantando las manos al cielo, empezaron a suplicar de esta manera a Dios, que siempre había protegido a nuestro pueblo: 35 «Tú, Señor, que no tienes necesidad de nada, has escogido este templo como tu lugar de residencia en medio de nosotros. 36 Ahora, Señor santísimo, guarda siempre libre de profanación este santuario, que hace poco fue purificado.»

Read full chapter