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33 Entonces éste, extendiendo su mano derecha hacia el templo, juró diciendo: «Si ustedes no me entregan a Judas prisionero, arrasaré este templo de Dios y destruiré el altar, y en su lugar levantaré un grandioso templo al dios Baco.» 34 Dichas estas palabras, se retiró. Los sacerdotes, levantando las manos al cielo, empezaron a suplicar de esta manera a Dios, que siempre había protegido a nuestro pueblo: 35 «Tú, Señor, que no tienes necesidad de nada, has escogido este templo como tu lugar de residencia en medio de nosotros.

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