Add parallel Print Page Options

A éstos se les unió Menelao, quien con mucha astucia incitaba a Antíoco, pensando no en la salvación de su patria sino en conservar su puesto. Pero Dios, Rey de reyes, hizo que Antíoco se enojara contra ese criminal. Lisias demostró al rey que Menelao era el causante de todos los males; entonces el rey mandó que lo llevaran a la ciudad de Berea y que le dieran muerte en la forma que allí se acostumbra. Hay en Berea una torre de veintidós metros de altura, llena de ceniza, provista de un aparato giratorio, inclinado por todas partes hacia la ceniza.

Read full chapter