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Pero no contaba con el poder de Dios, sino que confiaba en sus millares de soldados de infantería y caballería y en sus ochenta elefantes.

Penetrando en Judea, se acercó a Bet-sur, fortaleza que distaba unos veinticinco kilómetros de Jerusalén, y la atacó. Cuando Macabeo y sus soldados supieron que Lisias estaba atacando la fortaleza, se reunieron con todo el pueblo, y con gemidos y lágrimas pidieron al Señor que enviara un ángel bueno para salvar a Israel.

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