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hacer que el templo pagara impuestos como los templos de las demás naciones, y vender cada año la dignidad de sumo sacerdote. Pero no contaba con el poder de Dios, sino que confiaba en sus millares de soldados de infantería y caballería y en sus ochenta elefantes.

Penetrando en Judea, se acercó a Bet-sur, fortaleza que distaba unos veinticinco kilómetros de Jerusalén, y la atacó.

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