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28 Empezaba a salir el sol cuando los dos ejércitos trabaron combate. Además de confiar en su valor, los judíos ponían la garantía del buen éxito y de la victoria en el recurso al Señor; los paganos hacían de su furor la guía para el combate. 29 En lo más recio de la batalla, los enemigos vieron en el cielo a cinco hombres majestuosos, montados en caballos con frenos de oro, que, poniéndose a la cabeza de los judíos, 30 se colocaron alrededor de Macabeo, y lo protegían con sus armas y lo defendían para que nadie lo hiriera. También lanzaban flechas y rayos sobre los enemigos, que, ciegos y aturdidos, se dispersaron en gran desorden.

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