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destruyeron los altares construidos por los paganos en la plaza pública, y también sus lugares de culto. Después de purificar el templo, construyeron otro altar, y golpeando una piedra contra otra, sacaron fuego y ofrecieron con él un sacrificio. También quemaron incienso, encendieron las lámparas y presentaron los panes consagrados. Ya hacía dos años que los sacrificios se habían interrumpido. Después de esto, inclinados y con la frente en el suelo, pidieron al Señor que no volviera a dejarlos sufrir tantas calamidades; que, en caso de pecar, los corrigiera con bondad, pero que no los entregara en manos de paganos salvajes que injuriaban a Dios.

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