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construyó altares en honor a dioses falsos en el templo del SEÑOR, aquel lugar que el SEÑOR mencionaba cuando dijo: «Yo pondré mi nombre en Jerusalén para siempre». Manasés construyó altares para las estrellas del cielo en el atrio del templo del SEÑOR, sacrificó a su propio hijo y lo quemó en el valle de Ben Hinón. Practicó la magia, la adivinación y la hechicería. Consultó médium y brujos. Manasés hizo tantas cosas que desagradaban al SEÑOR que provocó su enojo.

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