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«¡Tengan confianza y sean valientes! ¡No se desanimen ni les tengan miedo al rey de Asiria y a su gran ejército! Nosotros somos más poderosos. El rey de Asiria confía en su ejército; pero nosotros tenemos a Dios de nuestra parte, y él peleará por nosotros».

Al oír al rey, el pueblo cobró valor.

Mientras Senaquerib, rey de Asiria, atacaba con todas sus tropas la ciudad de Laquis, envió mensajeros a Jerusalén para que dieran este mensaje a Ezequías y a toda la gente de Judá:

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