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«Sean fuertes y valientes. No teman al rey de Asiria ni a la multitud de guerreros que está con él, porque con nosotros está quien es mucho mayor que él. Él cuenta solamente con un poderoso brazo de carne, mientras que nosotros tenemos al Señor nuestro Dios, y será él quien pelee por nosotros».

Esto los alentó grandemente. Poco después, el rey Senaquerib, de Asiria, que estaba sitiando la ciudad de Laquis, envió embajadores con este mensaje al rey Ezequías y a los ciudadanos de Jerusalén:

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