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Revistió, pues, la Casa, sus vigas, sus umbrales, sus paredes y sus puertas, con oro; y esculpió querubines en las paredes.

Construyó asimismo el Lugar santísimo, cuya longitud era de veinte codos, de acuerdo al ancho del frente de la Casa, y su anchura de veinte codos. Lo revistió de oro fino, el cual ascendía a seiscientos talentos. Los clavos de oro pesaban de uno hasta cincuenta siclos. También recubrió de oro los aposentos.

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