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Pero, ¿quién podrá construirle un templo si ni los cielos más profundos pueden contenerlo? ¿Quién soy yo para construir un templo aunque sólo sea para quemar incienso ante él?

»Envíame, pues, un experto en la fabricación de objetos de oro, plata, bronce, hierro, tela púrpura, roja y azul, y que sepa hacer grabados, para que trabaje con los expertos constructores que me dejó mi papá David. Envíame también del Líbano madera de cedro, de ciprés y de sándalo. Yo sé que tus siervos tienen experiencia en cortar madera y los míos trabajarán junto a ellos.

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