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Y una gente destruía a la otra, y una ciudad a otra; porque Dios los conturbó con toda clase de calamidades.

Esforzaos pues vosotros, y no descoyunten vuestras manos; que salario hay para vuestra obra.

Y cuando oyó Asa las palabras y profecía de Obed, el profeta, fue confortado, y quitó las abominaciones de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de todas las ciudades que él había tomado en el monte de Efraín; y reparó el altar del SEÑOR que estaba delante del pórtico del SEÑOR.

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