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Sabemos, además, que aunque se desmorone esta tienda corporal que nos sirve de morada terrestre, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas. Y suspiramos anhelando ser sobrevestidos de esa nuestra morada celestial, dando por supuesto que seremos revestidos y no despojados de ella. En verdad, a los que vivimos en esta morada corporal nos abruma la aflicción, pues no queremos quedar desnudos, sino ser sobrevestidos de modo que lo mortal sea absorbido por la vida. A eso precisamente nos ha destinado Dios, y como garantía nos ha dado el Espíritu.

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13 Y también vosotros,
los que habéis escuchado
el mensaje de la verdad,
la buena noticia de vuestra salvación,
al creer en Cristo
habéis sido sellados
con el Espíritu Santo prometido,
14 que es garantía de nuestra herencia,
en orden a la liberación
del pueblo adquirido por Dios,
para convertirse en himno
de alabanza a su gloria.

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