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La violación de Tamar

13 Ahora bien, Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy hermosa llamada Tamar; y Amnón, su medio hermano, se enamoró perdidamente de ella. Amnón se obsesionó tanto con Tamar que se enfermó. Ella era virgen, y Amnón pensó que nunca podría poseerla.

Pero Amnón tenía un amigo muy astuto, su primo Jonadab, quien era hijo de Simea, hermano de David. Cierto día Jonadab le dijo a Amnón:

—¿Cuál es el problema? ¿Por qué debe el hijo de un rey verse tan abatido día tras día?

Entonces Amnón le dijo:

—Estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón.

—Bien—dijo Jonadab—, te diré lo que tienes que hacer. Vuelve a la cama y finge que estás enfermo. Cuando tu padre venga a verte, pídele que le permita a Tamar venir y prepararte algo de comer. Dile que te hará sentir mejor si ella prepara los alimentos en tu presencia y te da de comer con sus propias manos.

Entonces Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Cuando el rey fue a verlo, Amnón le pidió: «Por favor, deja que mi hermana Tamar venga y me prepare mi comida preferida[a] mientras yo observo, así podré comer de sus manos». Entonces David aceptó la propuesta y envió a Tamar a la casa de Amnón para que le preparara algo de comer.

Cuando Tamar llegó a la casa de Amnón, fue a donde él estaba acostado para que pudiera verla mientras preparaba la masa. Luego le horneó su comida preferida, pero cuando ella le llevó la bandeja, Amnón se negó a comer y les dijo a sus sirvientes: «Salgan todos de aquí». Así que todos salieron.

10 Entonces él le dijo a Tamar:

—Ahora trae la comida a mi dormitorio y dame de comer aquí.

Tamar le llevó su comida preferida, 11 pero cuando ella comenzó a darle de comer, la agarró y le insistió:

—Ven, mi amada hermana, acuéstate conmigo.

12 —¡No, hermano mío!—imploró ella—. ¡No seas insensato! ¡No me hagas esto! En Israel no se hace semejante perversidad. 13 ¿Adónde podría ir con mi vergüenza? Y a ti te dirán que eres uno de los necios más grandes de Israel. Por favor, simplemente habla con el rey, y él te permitirá casarte conmigo.

14 Pero Amnón no quiso escucharla y, como era más fuerte que ella, la violó. 15 De pronto, el amor de Amnón se transformó en odio, y la llegó a odiar aún más de lo que la había amado.

—¡Vete de aquí!—le gruñó.

16 —¡No, no!—gritó Tamar—. ¡Echarme de aquí ahora es aún peor de lo que ya me has hecho!

Pero Amnón no quiso escucharla. 17 Entonces llamó a su sirviente y le ordenó:

—¡Echa fuera a esta mujer y cierra la puerta detrás de ella!

18 Así que el sirviente la sacó y cerró la puerta detrás de ella. Tamar llevaba puesta una hermosa túnica larga,[b] como era costumbre en esos días para las hijas vírgenes del rey. 19 Pero entonces, ella rasgó su túnica y echó ceniza sobre su cabeza y, cubriéndose la cara con las manos, se fue llorando.

20 Su hermano Absalón la vio y le preguntó: «¿Es verdad que Amnón ha estado contigo? Bien, hermanita, quédate callada por ahora, ya que él es tu hermano. No te angusties por esto». Así pues, Tamar vivió como una mujer desconsolada en la casa de su hermano Absalón.

21 Cuando el rey David se enteró de lo que había sucedido, se enojó mucho.[c] 22 Absalón nunca habló de esto con Amnón, sin embargo, lo odió profundamente por lo que le había hecho a su hermana.

Absalón se venga de Amnón

23 Dos años después, cuando se esquilaban las ovejas de Absalón en Baal-hazor, cerca de Efraín, Absalón invitó a todos los hijos del rey a una fiesta. 24 Él fue adonde estaba el rey y le dijo:

—Mis esquiladores ya se encuentran trabajando. ¿Podrían el rey y sus siervos venir a celebrar esta ocasión conmigo?

25 El rey contestó:

—No, hijo mío. Si fuéramos todos, seríamos mucha carga para ti.

Entonces Absalón insistió, pero aun así el rey dijo que no iría, aunque le dio su bendición.

26 —Bien—le dijo al rey—, si no puedes ir, ¿por qué no envías a mi hermano Amnón con nosotros?

—¿Por qué a Amnón?—preguntó el rey.

27 Pero Absalón siguió insistiendo hasta que por fin el rey accedió y dejó que todos sus hijos asistieran, entre ellos Amnón. Así que Absalón preparó un banquete digno de un rey.[d]

28 Absalón les dijo a sus hombres:

—Esperen hasta que Amnón se emborrache; entonces, a mi señal, ¡mátenlo! No tengan miedo. Yo soy quien da la orden. ¡Anímense y háganlo!

29 Por lo tanto, cuando Absalón dio la señal, mataron a Amnón. Enseguida los otros hijos del rey montaron sus mulas y huyeron.

30 Mientras iban de regreso a Jerusalén, a David le llegó este informe: «Absalón mató a todos los hijos del rey, ¡ninguno quedó con vida!». 31 Entonces el rey se levantó, rasgó su túnica y se tiró al suelo. Sus consejeros también rasgaron sus ropas en señal de horror y tristeza.

32 Pero justo en ese momento, Jonadab el hijo de Simea, hermano de David, llegó y dijo:

—No, no crea que todos los hijos del rey están muertos, ¡solamente Amnón! Absalón había estado tramando esto desde que Amnón violó a su hermana Tamar. 33 No, mi señor el rey, ¡no todos sus hijos están muertos! ¡Solo murió Amnón!

34 Mientras tanto, Absalón escapó.

En ese momento, el centinela que estaba sobre la muralla de Jerusalén vio a una multitud descendiendo de una colina por el camino desde el occidente. Entonces corrió y le dijo al rey:

—Veo a una multitud que viene por el camino de Horonaim por la ladera de la colina.[e]

35 —¡Mire!—le dijo Jonadab al rey—. ¡Allí están! Ya vienen los hijos del rey, tal como dije.

36 Pronto llegaron, llorando y sollozando. Entonces el rey y todos sus siervos lloraron amargamente con ellos. 37 Y David hizo duelo por su hijo Amnón por muchos días.

Absalón huyó adonde estaba su abuelo Talmai, hijo de Amiud, rey de Gesur. 38 Se quedó en Gesur por tres años. 39 Y el rey David,[f] ya resignado de la muerte de Amnón, anhelaba reencontrarse con su hijo Absalón.[g]

Joab arregla que Absalón regrese

14 Joab se dio cuenta de cuánto el rey deseaba ver a Absalón. Así que mandó llamar a una mujer de Tecoa que tenía fama de ser muy sabia. Le dijo: «Finge que estás de duelo; ponte ropa de luto y no uses lociones.[h] Actúa como una mujer que ha estado de duelo por mucho tiempo. Entonces ve al rey y dile la historia que te voy a contar». Luego Joab le dijo lo que tenía que decir.

Cuando la mujer de Tecoa se acercó[i] al rey, se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y exclamó:

—¡Oh rey, ayúdeme!

—¿Qué problema tienes?—preguntó el rey.

—¡Ay de mí que soy viuda!—contestó ella—. Mi esposo está muerto y mis dos hijos se pelearon en el campo y, como no había nadie que los separara, uno de ellos resultó muerto. Ahora el resto de la familia me exige: “Entréganos a tu hijo y lo ejecutaremos por haber matado a su hermano. No merece heredar la propiedad familiar”. Quieren extinguir la única brasa que me queda, y el nombre y la familia de mi esposo desaparecerán de la faz de la tierra.

—Yo me encargo de este asunto—le dijo el rey—. Ve a tu casa, yo me aseguraré de que nadie lo toque.

—¡Oh gracias, mi señor el rey!—le respondió la mujer de Tecoa—. Si lo critican por ayudarme, que la culpa caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre, y que el rey y su trono sean inocentes.

10 —Si alguien se opone—le dijo el rey—, tráemelo. ¡Te aseguro que nunca más volverá a hacerte daño!

11 Luego ella dijo:

—Por favor, júreme por el Señor su Dios que no dejará que nadie tome venganza contra mi hijo. No quiero más derramamiento de sangre.

—Tan cierto como que el Señor vive—le respondió—, ¡no se tocará ni un solo cabello de la cabeza de tu hijo!

12 —Por favor, permítame preguntar una cosa más a mi señor el rey—dijo ella.

—Adelante, habla—respondió él.

13 Ella contestó:

—¿Por qué no hace por el pueblo de Dios lo mismo que prometió hacer por mí? Se ha declarado culpable a sí mismo al tomar esta decisión, porque ha rehusado traer a casa a su propio hijo desterrado. 14 Todos moriremos algún día. Nuestra vida es como agua derramada en el suelo, la cual no se puede volver a juntar. Pero Dios no arrasa con nuestra vida, sino que idea la manera de traernos de regreso cuando hemos estado separados de él.

15 »He venido a rogarle a mi señor el rey porque la gente me ha amenazado. Me dije: “Tal vez el rey me escuche 16 y nos rescate de los que quieren quitarnos la herencia[j] que Dios nos dio. 17 Sí, mi señor el rey nos devolverá la tranquilidad de espíritu”. Sé que usted es como un ángel de Dios que puede distinguir entre lo bueno y lo malo. Que el Señor su Dios esté con usted.

18 —Tengo que saber algo—le dijo el rey—, y dime la verdad.

—¿Sí, mi señor el rey?—respondió ella.

19 —¿Joab te incitó a hacer esto?

Y la mujer contestó:

—Mi señor el rey, ¿cómo podría negarlo? Nadie puede esconder nada de usted. Sí, Joab me envió y me dijo qué decir. 20 Lo hizo para que pueda ver el asunto con otros ojos. ¡Pero usted es tan sabio como un ángel de Dios, y comprende todo lo que sucede entre nosotros!

21 Entonces el rey mandó llamar a Joab y le dijo:

—Está bien, ve y trae de regreso al joven Absalón.

22 Joab se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y dijo:

—Por fin sé que cuento con su favor, mi señor el rey, porque me ha concedido esta petición.

23 Enseguida Joab fue a Gesur y trajo a Absalón de regreso a Jerusalén. 24 Pero el rey dio esta orden: «Absalón puede ir a su propia casa, pero jamás vendrá a mi presencia». De manera que Absalón no vio al rey.

Absalón se reconcilia con David

25 Absalón era elogiado como el hombre más apuesto de todo Israel. De pies a cabeza era perfecto. 26 Se cortaba el cabello una vez al año, y lo hacía solo porque era muy pesado. ¡El peso de su cabello era de más de dos kilos[k]! 27 Tenía tres hijos y una hija. Su hija se llamaba Tamar, y era muy hermosa.

28 Absalón vivió dos años en Jerusalén, pero nunca pudo ver al rey. 29 Así que mandó llamar a Joab para pedirle que intercediera por él, pero Joab se negó a ir. Entonces Absalón volvió a enviar por él una segunda vez, pero de nuevo Joab se negó. 30 Finalmente Absalón les dijo a sus siervos: «Vayan y préndanle fuego al campo de cebada de Joab, el que está junto al mío». Entonces fueron y le prendieron fuego al campo tal como Absalón les había mandado.

31 Entonces Joab fue a la casa de Absalón y le reclamó:

—¿Por qué tus siervos le prendieron fuego a mi campo?

32 Absalón contestó:

—Porque quería que le preguntaras al rey por qué me trajo de Gesur si no tenía intención de verme. Mejor me hubiera quedado allá. Déjame ver al rey; si me encuentra culpable de algo, entonces que me mate.

33 De manera que Joab le dijo al rey lo que Absalón había dicho. Por fin el rey mandó llamar a Absalón, quien fue y se inclinó ante el rey, y el rey lo besó.

Rebelión de Absalón

15 Después Absalón compró un carruaje y caballos, y contrató a cincuenta guardaespaldas para que corrieran delante de él. Cada mañana se levantaba temprano e iba a la puerta de la ciudad. Cuando la gente llevaba un caso al rey para que lo juzgara, Absalón le preguntaba de qué parte de Israel era, y la persona le mencionaba a qué tribu pertenecía. Entonces Absalón le decía: «Usted tiene muy buenos argumentos a su favor. ¡Es una pena que el rey no tenga disponible a nadie para que los escuche! Qué lástima que no soy el juez; si lo fuera, todos podrían traerme sus casos para que los juzgara, y yo les haría justicia».

Cuando alguien trataba de inclinarse ante él, no lo permitía. En cambio, lo tomaba de la mano y lo besaba. Absalón hacía esto con todos los que venían al rey por justicia, y de este modo se robaba el corazón de todo el pueblo de Israel.

Después de cuatro años,[l] Absalón le dijo al rey:

—Permítame ir a Hebrón a ofrecer un sacrificio al Señor y cumplir un voto que le hice. Pues mientras su siervo estaba en Gesur en Aram, prometí que le ofrecería sacrificio al Señor en Hebrón[m] si me traía de regreso a Jerusalén.

—Está bien—le dijo el rey—. Ve y cumple tu voto.

Así que Absalón se fue a Hebrón. 10 Pero mientras estaba allí, envió mensajeros secretos a todas las tribus de Israel para iniciar una rebelión contra el rey. «Tan pronto como oigan el cuerno de carnero—decía el mensaje—, deben decir: “Absalón ha sido coronado rey en Hebrón”». 11 Absalón llevó consigo a doscientos hombres de Jerusalén como invitados, pero ellos no sabían nada de sus intenciones. 12 Mientras Absalón ofrecía los sacrificios, mandó a buscar a Ahitofel, uno de los consejeros de David que vivía en Gilo. En poco tiempo muchos más se unieron a Absalón, y la conspiración cobró fuerza.

David escapa de Jerusalén

13 Pronto llegó un mensajero a Jerusalén para decirle a David: «¡Todo Israel se ha unido a Absalón en una conspiración en su contra!».

14 —Entonces debemos huir de inmediato, ¡si no será muy tarde!—David dijo a sus hombres—. ¡Apresúrense! Si salimos de Jerusalén antes de que llegue Absalón, tanto nosotros como la ciudad nos salvaremos del desastre.

15 —Estamos con usted—respondieron sus consejeros—. Haga lo que mejor le parezca.

16 Entonces el rey salió de inmediato junto con todos los de su casa. No dejó a nadie excepto a diez de sus concubinas para que cuidaran el palacio. 17 Así que el rey y toda su gente salieron a pie, y se detuvieron en la última casa 18 a fin de que los hombres del rey pasaran al frente.

Había seiscientos hombres de Gat que habían venido con David, junto con la guardia personal del rey.[n] 19 Después el rey se dio vuelta y le dijo a Itai, un líder de los hombres de Gat:

—¿Por qué vienes con nosotros? Vuelve al rey Absalón porque tú eres un huésped en Israel, un extranjero en el exilio. 20 Llegaste hace poco, ¿debería forzarte a vagar con nosotros? Ni siquiera sé a dónde iremos. Regresa y llévate contigo a tus parientes, y que el Señor te muestre su amor inagotable y su fidelidad.[o]

21 Pero Itai le respondió al rey:

—Juro por el Señor y por el rey que iré dondequiera que mi señor el rey vaya, sin importar lo que pase, ya sea que signifique la vida o la muerte.

22 David respondió:

—Está bien, ven con nosotros.

De modo que Itai y todos sus hombres junto con sus familias lo acompañaron.

23 Entonces todo el pueblo lloraba a gritos cuando el rey y sus seguidores pasaban. Así que cruzaron el valle de Cedrón y fueron hacia el desierto.

24 Sadoc y todos los levitas también fueron con él cargando el arca del pacto de Dios. Pusieron el arca de Dios en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios[p] hasta que todos dejaron la ciudad.

25 Luego el rey le dio instrucciones a Sadoc para que regresara el arca de Dios a la ciudad: «Si al Señor le parece bien—dijo David—, me traerá de regreso para volver a ver el arca y el tabernáculo;[q] 26 pero si él ha terminado conmigo, entonces dejemos que haga lo que mejor le parezca».

27 El rey también le dijo al sacerdote Sadoc: «Mira,[r] este es mi plan. Tú y Abiatar deben[s] regresar a la ciudad sin llamar la atención junto con tu hijo Ahimaas y con Jonatán, el hijo de Abiatar. 28 Yo me detendré en los vados del río Jordán[t] y allí esperaré tu informe». 29 De este modo Sadoc y Abiatar devolvieron el arca de Dios a la ciudad y allí se quedaron.

30 Entonces David subió el camino que lleva al monte de los Olivos, llorando mientras caminaba. Llevaba la cabeza cubierta y los pies descalzos en señal de duelo. Las personas que iban con él también se cubrieron la cabeza y lloraban mientras subían el monte. 31 Cuando alguien le dijo a David que su consejero Ahitofel ahora respaldaba a Absalón, David oró: «¡Oh Señor, haz que Ahitofel le dé consejos necios a Absalón!».

32 Al llegar David a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, Husai el arquita lo estaba esperando. Husai había rasgado sus ropas y había echado polvo sobre su cabeza en señal de duelo. 33 Pero David le dijo: «Si vienes conmigo solamente serás una carga. 34 Regresa a Jerusalén y dile a Absalón: “Ahora seré tu consejero, oh rey, así como lo fui de tu padre en el pasado”. Entonces podrás frustrar y contrarrestar los consejos de Ahitofel. 35 Sadoc y Abiatar, los sacerdotes, estarán allí. Diles todo lo que se está planeando en el palacio del rey, 36 y ellos enviarán a sus hijos Ahimaas y Jonatán para que me cuenten lo que está sucediendo».

37 Entonces Husai, el amigo de David, regresó a Jerusalén y arribó justo cuando llegaba Absalón.

David y Siba

16 Cuando David pasó un poco más allá de la cima del monte de los Olivos, Siba, el siervo de Mefiboset,[u] lo estaba esperando. Tenía dos burros cargados con doscientos panes, cien racimos de pasas, cien ramas con frutas de verano y un cuero lleno de vino.

—¿Para qué es todo esto?—le preguntó el rey a Siba.

—Los burros son para que monten los que acompañen al rey—contestó Siba—, y el pan y la fruta son para que coman los jóvenes. El vino es para los que se agoten en el desierto.

—¿Y dónde está Mefiboset, el nieto de Saúl?—le preguntó el rey.

—Se quedó en Jerusalén—contestó Siba—. Dijo: “Hoy recobraré el reino de mi abuelo Saúl”.

—En ese caso—le dijo el rey a Siba—, te doy todo lo que le pertenece a Mefiboset.

—Me inclino ante usted—respondió Siba—, que yo siempre pueda complacerlo, mi señor el rey.

Simei maldice a David

Mientras el rey David llegaba a Bahurim, salió un hombre de la aldea maldiciéndolos. Era Simei, hijo de Gera, del mismo clan de la familia de Saúl. Les arrojó piedras al rey, a los oficiales del rey y a los guerreros valientes que lo rodeaban.

—¡Vete de aquí, asesino y sinvergüenza!—le gritó a David—. El Señor te está pagando por todo el derramamiento de sangre en el clan de Saúl. Le robaste el trono, y ahora el Señor se lo ha dado a tu hijo Absalón. Al fin te van a pagar con la misma moneda, ¡porque eres un asesino!

—¿Cómo es posible que este perro muerto maldiga a mi señor el rey?—exclamó Abisai, el hijo de Sarvia—. ¡Déjeme ir y cortarle la cabeza!

10 —¡No!—dijo el rey—. ¿Quién les pidió su opinión a ustedes, los hijos de Sarvia? Si el Señor le dijo que me maldijera, ¿quiénes son ustedes para detenerlo?

11 Entonces David les dijo a Abisai y a sus sirvientes:

—Mi propio hijo quiere matarme, ¿acaso no tiene este pariente de Saúl[v] todavía más motivos para hacerlo? Déjenlo en paz y permítanle que maldiga, porque el Señor le dijo que lo hiciera. 12 Y tal vez el Señor vea con cuánta injusticia me han tratado[w] y me bendiga a causa de estas maldiciones que sufrí hoy.

13 Así que David y sus hombres continuaron por el camino, y Simei les seguía el paso desde un cerro cercano, maldiciendo y tirándole piedras y tierra a David.

14 El rey y todos los que estaban con él se fatigaron en el camino, así que descansaron cuando llegaron al río Jordán.[x]

Ahitofel aconseja a Absalón

15 Mientras tanto, Absalón y todo el ejército de Israel llegaron a Jerusalén acompañados por Ahitofel. 16 Cuando llegó Husai el arquita, el amigo de David, enseguida fue a ver a Absalón.

—¡Viva el rey!—exclamó—. ¡Viva el rey!

17 —¿Es esta la forma en que tratas a tu amigo David?—le preguntó Absalón—. ¿Por qué no estás con él?

18 —Estoy aquí porque le pertenezco al hombre que fue escogido por el Señor y por todos los hombres de Israel—le respondió Husai—. 19 De todos modos, ¿por qué no te serviré? Así como fui el consejero de tu padre, ¡ahora seré tu consejero!

20 Después Absalón se volvió a Ahitofel y le preguntó:

—¿Qué debo hacer ahora?

21 —Ve y acuéstate con las concubinas de tu padre—contestó Ahitofel—, porque él las dejó aquí para que cuidaran el palacio. Entonces todo Israel sabrá que has insultado a tu padre más allá de toda esperanza de reconciliación, y el pueblo te dará su apoyo.

22 Entonces levantaron una carpa en la azotea del palacio para que todos pudieran verla, y Absalón entró y tuvo sexo con las concubinas de su padre.

23 Absalón siguió el consejo de Ahitofel, tal como lo había hecho David, porque cada palabra que decía Ahitofel parecía tan sabia como si hubiera salido directamente de la boca de Dios.

17 Entonces Ahitofel dijo a Absalón: «Déjame escoger a doce mil hombres que salgan en busca de David esta noche. Lo alcanzaré cuando esté agotado y desanimado. Él y sus tropas se dejarán llevar por el pánico y todos huirán. Luego mataré solamente al rey y te traeré de regreso a toda la gente, así como una recién casada vuelve a su marido. Después de todo, es la vida de un solo hombre la que buscas.[y] Entonces estarás en paz con todo el pueblo». Este plan les pareció bien a Absalón y a todos los ancianos de Israel.

Husai contrarresta el consejo de Ahitofel

Pero después Absalón dijo:

—Traigan a Husai el arquita. Veamos lo que él piensa acerca de este plan.

Cuando Husai llegó, Absalón le contó lo que Ahitofel había dicho y le preguntó:

—¿Qué opinas? ¿Debemos seguir el consejo de Ahitofel? Si no, ¿qué sugieres?

—Bueno—le contestó Husai—, esta vez Ahitofel se equivocó. Tú conoces a tu padre y a sus hombres; son guerreros poderosos. En este momento están tan enfurecidos como una osa a la que le han robado sus cachorros. Y recuerda que tu padre es un hombre de guerra con experiencia. Él no pasará la noche con las tropas. Seguramente ya está escondido en algún pozo o en alguna cueva. Y cuando salga y ataque, y mueran unos cuantos de tus hombres, entonces habrá pánico entre tus tropas, y se correrá la voz de que están masacrando a los hombres de Absalón. 10 Así pues hasta los soldados más valientes, aunque tengan el corazón de un león, quedarán paralizados de miedo, porque todo Israel sabe qué poderoso guerrero es tu padre y qué valientes son sus hombres.

11 »Recomiendo que movilices a todo el ejército de Israel y que llames a los soldados desde tan lejos como Dan al norte y Beerseba al sur. De esa manera tendrás un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar. Y te aconsejo que tú personalmente dirijas las tropas. 12 Cuando encontremos a David, caeremos sobre él como el rocío que cae sobre la tierra. De este modo ni él ni ninguno de sus hombres quedarán con vida. 13 Y si David llegara a escapar a una ciudad, tú tendrás a todo Israel allí a tu mando. Luego podremos tomar sogas y arrastrar las murallas de la ciudad al valle más cercano, hasta que cada piedra haya sido derribada.

14 Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: «El consejo de Husai es mejor que el de Ahitofel». Pues el Señor había decidido frustrar el consejo de Ahitofel, que en realidad era un plan mejor, ¡para poder traer la calamidad sobre Absalón!

Husai advierte a David

15 Husai les contó a Sadoc y a Abiatar, los sacerdotes, lo que Ahitofel les había dicho a Absalón y a los ancianos de Israel, así como lo que él mismo había aconsejado. 16 «¡Rápido!—les dijo—. Encuentren a David e insístanle que no se quede en los vados del río Jordán[z] esta noche. De inmediato debe cruzar e internarse en el desierto. De lo contrario, morirán, él y todo su ejército».

17 Jonatán y Ahimaas se habían quedado en En-rogel para no ser vistos al entrar ni al salir de la ciudad. Habían acordado que una sirvienta les llevaría el mensaje que ellos debían darle al rey David. 18 Sin embargo, un muchacho los vio en En-rogel, y se lo contó a Absalón, así que escaparon a toda prisa a Bahurim donde un hombre los escondió dentro de un pozo en su patio. 19 La esposa del hombre puso una tela sobre la boca del pozo y esparció grano encima para que se secara al sol; por eso nadie sospechó que estaban allí.

20 Cuando llegaron los hombres de Absalón, le preguntaron a la mujer:

—¿Has visto a Ahimaas y a Jonatán?

La mujer contestó:

—Estuvieron aquí, pero cruzaron el arroyo.

Entonces los hombres de Absalón los buscaron sin éxito y regresaron a Jerusalén.

21 Luego los dos hombres salieron del pozo y se apresuraron a ir donde estaba el rey David. «¡Rápido—le dijeron—, cruce el Jordán esta misma noche!». Y le contaron cómo Ahitofel había aconsejado que lo capturaran y lo mataran. 22 Entonces David y los que estaban con él cruzaron el río Jordán durante la noche, y todos llegaron a la otra orilla antes del amanecer.

23 Cuando Ahitofel se dio cuenta de que no se había seguido su consejo, ensilló su burro y se fue a su pueblo natal, donde puso sus asuntos en orden y se ahorcó. Murió allí y lo enterraron en la tumba de la familia.

24 Pronto David llegó a Mahanaim. A estas alturas, Absalón había movilizado a todo el ejército de Israel y estaba guiando a sus tropas a través del río Jordán. 25 Absalón había nombrado a Amasa comandante de su ejército para reemplazar a Joab, quien había sido el comandante bajo David. (Amasa era primo de Joab. Su padre era Jeter,[aa] un ismaelita.[ab] Su madre, Abigail, hija de Nahas, era hermana de Sarvia, la madre de Joab). 26 Absalón y el ejército israelita armaron el campamento en la tierra de Galaad.

27 Cuando David llegó a Mahanaim, fue recibido calurosamente por Sobi, hijo de Nahas, que venía de Rabá de los amonitas; por Maquir, hijo de Amiel, de Lo-debar; y por Barzilai de Galaad, que era de Rogelim. 28 Ellos trajeron camillas, ollas de cocina, recipientes para servir, trigo y cebada, harina y grano tostado, frijoles, lentejas, 29 miel, mantequilla, ovejas, cabras y queso para David y los que estaban con él porque dijeron: «Todos ustedes deben estar muy hambrientos, cansados y con sed después de su largo caminar por el desierto».

Derrota y muerte de Absalón

18 David entonces reunió a los hombres que estaban con él y nombró generales y capitanes[ac] para que los dirigieran. Envió las tropas en tres grupos: un grupo bajo el mando de Joab; otro bajo el mando del hermano de Joab, Abisai hijo de Sarvia; y el tercero bajo Itai de Gat. Entonces el rey les dijo a sus tropas:

—Yo iré con ustedes.

Pero sus hombres se opusieron terminantemente e insistieron:

—No debe ir. Si tenemos que salir en retirada y huir, aunque maten a la mitad de nosotros no cambiaría nada para las tropas de Absalón; es a usted al que buscan. Usted vale por diez mil de nosotros.[ad] Es mejor que se quede aquí en la ciudad y nos envíe ayuda si la necesitamos.

—Si ustedes piensan que ese es el mejor plan, lo seguiré—respondió el rey.

De modo que se quedó al lado de la puerta de la ciudad mientras las tropas marchaban en grupos de cientos y de miles.

Entonces el rey les dio esta orden a Joab, a Abisai y a Itai:

—Por consideración a mí, traten con bondad al joven Absalón.

Y todas las tropas escucharon que el rey daba esta orden a sus comandantes.

Así que comenzó la batalla en el bosque de Efraín, y los hombres de David rechazaron los ataques de las tropas israelitas. Aquel día hubo una gran matanza, y veinte mil hombres perdieron la vida. La batalla se extendió con furor por todo el campo, y perecieron en el bosque más hombres que los que murieron a espada.

Durante la batalla, Absalón se cruzó con algunos hombres de David. Trató de escapar en su mula, pero al pasar cabalgando debajo de un gran árbol, su cabello[ae] se enredó en las gruesas ramas. La mula siguió y dejó a Absalón suspendido en el aire. 10 Entonces uno de los hombres de David vio lo que había pasado y le dijo a Joab:

—Vi a Absalón colgando de un gran árbol.

11 —¿Qué?—preguntó Joab—. ¿Lo viste ahí y no lo mataste? ¡Te hubiera recompensado con diez piezas de plata[af] y un cinturón de héroe!

12 —No mataría al hijo del rey ni por mil piezas de plata[ag]—le respondió el hombre a Joab—. Todos escuchamos lo que el rey les dijo a usted, a Abisai y a Itai: “Por consideración a mí, por favor, perdonen la vida del joven Absalón”. 13 Si yo hubiera traicionado al rey y matado a su hijo—y de seguro el rey descubriría quién lo hizo—, usted sería el primero en abandonarme a mi suerte.

14 —Basta ya de esta tontería—dijo Joab.

Enseguida Joab tomó tres dagas y las clavó en el corazón de Absalón mientras estaba colgado, todavía vivo, del gran árbol. 15 Luego diez jóvenes escuderos de Joab rodearon a Absalón y lo remataron.

16 Entonces Joab hizo sonar el cuerno de carnero, y sus hombres regresaron de perseguir al ejército de Israel. 17 Arrojaron el cuerpo de Absalón dentro de un hoyo grande en el bosque y encima apilaron un montón de piedras. Y todo Israel huyó a sus hogares.

18 Mientras aún vivía, Absalón se había erigido a sí mismo un monumento en el valle del Rey, porque dijo: «No tengo hijo que perpetúe mi nombre». Le puso al monumento su propio nombre, y es conocido como el monumento de Absalón hasta el día de hoy.

David hace duelo por la muerte de Absalón

19 Después Ahimaas, hijo de Sadoc, dijo:

—Déjeme ir corriendo para darle al rey las buenas noticias: que el Señor lo ha librado de sus enemigos.

20 —No—le dijo Joab—, no serían buenas noticias para el rey saber que su hijo está muerto. Puedes ser mi mensajero otro día, pero hoy no.

21 Entonces Joab le dijo a un etíope:[ah]

—Ve a decirle al rey lo que has visto.

El hombre se inclinó y se fue corriendo.

22 Pero Ahimaas continuó rogándole a Joab:

—Pase lo que pase, por favor, deje también que yo vaya.

—¿Para qué quieres ir, hijo mío?—le respondió Joab—. No habrá recompensa por las noticias.

23 —Estoy de acuerdo, pero igual permítame ir—le suplicó.

Joab finalmente le dijo:

—Está bien, puedes ir.

Entonces Ahimaas tomó el camino más fácil por la llanura y corrió a Mahanaim y llegó antes que el etíope.

24 Mientras David estaba sentado entre las puertas internas y externas de la ciudad, el centinela subió al techo de la entrada de la muralla. Cuando se asomó, vio a un solo hombre que corría hacia ellos. 25 Desde arriba le gritó la novedad a David, y el rey respondió:

—Si está solo, trae noticias.

Al acercarse el mensajero, 26 el centinela vio que otro hombre corría hacia ellos. Gritó hacia abajo:

—¡Allí viene otro!

El rey respondió:

—También trae noticias.

27 —El primer hombre corre como Ahimaas, hijo de Sadoc—dijo el centinela.

—Él es un buen hombre y trae buenas noticias—respondió el rey.

28 Ahimaas le gritó al rey:

—¡Todo está bien!

Se inclinó delante del rey rostro en tierra y dijo:

—Alabado sea el Señor su Dios, quien ha entregado a los rebeldes que se atrevieron a hacerle frente a mi señor el rey.

29 —¿Qué me dices del joven Absalón?—preguntó el rey—. ¿Está bien?

—Cuando Joab me dijo que viniera, había una gran conmoción—contestó Ahimaas—, pero no supe lo que pasaba.

30 —Espera aquí—le dijo el rey.

Y Ahimaas se hizo a un lado.

31 Enseguida el etíope llegó y le dijo:

—Tengo buenas noticias para mi señor el rey. Hoy el Señor lo ha librado de todos los que se rebelaron en su contra.

32 —¿Qué me dices del joven Absalón?—preguntó el rey—. ¿Se encuentra bien?

Y el etíope contestó:

—¡Que todos sus enemigos, mi señor el rey, ahora y en el futuro, corran con la misma suerte de ese joven!

33 [ai]Entonces el rey se sintió abrumado por la emoción. Subió a la habitación que estaba sobre la entrada y se echó a llorar. Y mientras subía, clamaba: «¡Oh, mi hijo Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Si tan solo yo hubiera muerto en tu lugar! ¡Oh Absalón, mi hijo, mi hijo!».

Footnotes

  1. 13:6 O un par de panes; también en 13:8, 10.
  2. 13:18 O una túnica con mangas, o una túnica con adornos. El significado del hebreo es incierto.
  3. 13:21 Los Rollos del mar Muerto y la versión griega incluyen Pero no castigó a su hijo Amnón, porque lo amaba, por ser su hijo mayor.
  4. 13:27 Así aparece en la versión griega y en la latina (comparar también con los Rollos del mar Muerto); en el texto hebreo falta esta oración.
  5. 13:34 Así aparece en la versión griega; en hebreo falta esta oración.
  6. 13:39a Los Rollos del mar Muerto y la versión griega dicen Y el espíritu del rey.
  7. 13:39b O ya no sintió la necesidad de perseguir a Absalón.
  8. 14:2 En hebreo no te unjas con aceite.
  9. 14:4 Así aparece en muchos manuscritos hebreos, en la versión griega y en la siríaca; en el texto masorético dice le habló.
  10. 14:16 O la propiedad; o la gente.
  11. 14:26 En hebreo 200 siclos [5 libras] según la medida oficial.
  12. 15:7 Así aparece en la versión griega y en la siríaca; en hebreo dice 40 años.
  13. 15:8 Así aparece en algunos manuscritos griegos; en hebreo falta en Hebrón.
  14. 15:18 En hebreo los cereteos y los peleteos.
  15. 15:20 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice y que el amor inagotable y la fidelidad vayan contigo.
  16. 15:24 O Abiatar subió.
  17. 15:25 En hebreo y el lugar de su morada.
  18. 15:27a Así aparece en la versión griega; en hebreo dice ¿Eres un vidente? o ¿Ves?
  19. 15:27b En hebreo Tú debes; comparar 15:29.
  20. 15:28 En hebreo en los puntos de cruce del desierto.
  21. 16:1 Mefiboset, otro nombre de Merib-baal.
  22. 16:11 En hebreo este benjamita.
  23. 16:12 Así aparece en la versión griega y en la siríaca; en hebreo dice vea mi iniquidad.
  24. 16:14 Así aparece en la versión griega (ver también 17:16); en hebreo dice cuando llegaron a su destino.
  25. 17:3 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice como el regreso de todos es el hombre que tú buscas.
  26. 17:16 En hebreo en los puntos de cruce del desierto.
  27. 17:25a En hebreo Itra, una variante de Jeter.
  28. 17:25b Así aparece en algunos manuscritos griegos (ver también 1 Cr 2:17); en hebreo dice un israelita.
  29. 18:1 En hebreo nombró comandantes de miles y comandantes de cientos.
  30. 18:3 Así aparece en dos manuscritos hebreos y en algunos manuscritos griegos y latinos; la mayoría de los manuscritos hebreos dicen Ahora hay 10.000 como nosotros.
  31. 18:9 En hebreo su cabeza.
  32. 18:11 En hebreo 10 [siclos] de plata, aproximadamente 114 gramos o 4 onzas.
  33. 18:12 En hebreo 1000 [siclos] de plata, aproximadamente 11,4 kilos o 25 libras.
  34. 18:21 En hebreo un hombre de Cus; similar en 18:23, 31, 32.
  35. 18:33 El versículo 18:33 corresponde al 19:1 en el texto hebreo.

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