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25 Guiezi entró a hablar con su amo. Eliseo le dijo a Guiezi:

—¿A dónde fuiste, Guiezi?

Guiezi le contestó:

—A ninguna parte.

26 Eliseo le dijo a Guiezi:

—¡Mentira! En mi mente vi cuando el hombre se dio vuelta en su carruaje para verte. No es el momento de aceptar dinero, ropa, aceitunas, uvas, ovejas, ganado, ni hombres ni mujeres como siervos. 27 Ahora tú y tus hijos contraerán la enfermedad de Naamán. ¡Siempre tendrás la lepra!

Desde el momento que Guiezi salió de ahí, su piel quedó tan blanca como la nieve y quedó enfermo de lepra.

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25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26 Él entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.

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