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El rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó:

«¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o debo quedarme quieto?»

Los profetas dijeron:

«Su Majestad puede ir, porque Dios los pondrá en sus manos.»

Pero Josafat dijo:

«¿No hay aquí algún profeta del Señor, por medio del cual podamos consultarlo?»

El rey de Israel le respondió a Josafat:

«Aún queda uno, que es Micaías hijo de Imla. Por medio de él podemos consultar al Señor. Pero yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza nada bueno, sino sólo cosas malas.»

Josafat objetó:

«No hable así Su Majestad.»

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Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey. Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para que por medio de él preguntemos? El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey.

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