No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra, sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

La gloria del nuevo pacto

El ministerio que causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra, fue tan glorioso que los israelitas no podían mirar la cara de Moisés debido a la gloria que se reflejaba en su rostro, la cual ya se estaba extinguiendo. Pues bien, si aquel ministerio fue así, ¿no será todavía más glorioso el ministerio del Espíritu? Si es glorioso el ministerio que trae condenación, ¡cuánto más glorioso será el ministerio que trae la justicia!

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no que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios(A), el cual también nos hizo suficientes como ministros[a](B) de un nuevo pacto(C), no de la letra, sino del Espíritu(D); porque la letra mata, pero el Espíritu da vida(E). Y si el ministerio de muerte(F) grabado con letras en piedras(G) fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, que se desvanecía(H), ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu? Porque si el ministerio de condenación(I) tiene gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de justicia(J).

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Footnotes

  1. 2 Corintios 3:6 O, servidores