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Aquel hombre se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Aquella mujer era de buen entendimiento y hermosa apariencia, pero el hombre era rudo y de mala conducta; era del linaje de Caleb.

Supo David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: «Subid al Carmel e id a Nabal; saludadlo en mi nombre

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