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Pero los soldados le dijeron a David:

―Si aun aquí en Judá vivimos con miedo, ¡cuánto más si vamos a Queilá para atacar al ejército filisteo!

David volvió a consultar al Señor, y él le respondió:

―Ponte en camino y ve a Queilá, que voy a entregar en tus manos a los filisteos.

Así que David y sus hombres fueron allí y lucharon contra los filisteos, derrotándolos por completo. David se apoderó de los ganados de los filisteos y rescató a los habitantes de la ciudad.

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