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David respondió al sacerdote Ajimelec:

—El rey me ha encomendado un asunto y me ha dicho: “Nadie sepa nada de este asunto al cual te envío y que te encomiendo”. Y en cuanto a los jóvenes, acordamos reunirnos en cierto lugar. Ahora pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que haya.

El sacerdote respondió a David y dijo:

—No tengo a mano pan común. Solamente tengo pan sagrado, si es que los jóvenes se han abstenido, al menos, de mujeres.

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