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39 ¡El Señor y Salvador de Israel me es testigo de que, aunque el culpable sea mi hijo Jonatán, morirá sin remedio!

Nadie se atrevió a decirle nada. 40 Les dijo entonces a todos los israelitas:

―Poneos vosotros de un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos pondremos del otro.

―Haz lo que te parezca mejor —respondieron ellos.

41 Luego le rogó Saúl al Señor, Dios de Israel, que le diera una respuesta clara. La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, de modo que los demás quedaron libres.

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