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17 ―Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.

18 ―Gracias. Ojalá favorezcas siempre a esta tu sierva.

Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió. 19 Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, volvieron a su casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella.

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