1 Samuel 1:8-18
Nueva Versión Internacional
8 Entonces Elcaná, su esposo, decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás afligida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?».
9 Estando en Siló, Ana se levantó después de haber comido y bebido. Y a la vista del sacerdote Elí, que estaba sentado en su silla junto a la puerta del santuario del Señor, 10 comenzó a orar al Señor con gran angustia y a llorar desconsoladamente. 11 Entonces hizo esta promesa: «Señor de los Ejércitos, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida y nunca se le cortará el cabello».
12 Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, Elí se fijó en su boca. 13 Sus labios se movían, pero debido a que Ana oraba en voz baja, no se podía oír su voz. Elí pensó que estaba borracha, 14 así que dijo:
—¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino!
15 —No, mi señor; no he bebido vino ni cerveza. Soy solo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del Señor. 16 No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción.
17 —Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido.
18 —Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya.
Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió.
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