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29 Cuando el rey Salomón se enteró de que Joab había entrado al santuario, y que se hallaba junto al altar, envió a Benaías para que lo ejecutara.

30 Benaías entró en el Santuario y le dijo a Joab:

―El rey te ordena que salgas.

―No saldré —dijo Joab—. ¡Aquí moriré!

Entonces Benaías volvió a consultar al rey.

31 ―¡Haz lo que él dice! —respondió el rey—. Ve y mátalo ahí mismo, y sepúltalo. De este modo, tanto yo como la casa de mi padre quedaremos libres de culpa por los asesinatos que, sin ninguna razón, él cometió.

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