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Buscó una cueva donde pasar la noche, y allí el Señor le dijo:

«¿Qué haces aquí, Elías?»

10 Y Elías respondió:

«Es muy grande mi amor por ti, Señor, Dios de las ejércitos. Los israelitas se han olvidado de tu pacto, han destruido tus altares, han matado a tus profetas, ¡y sólo quedo yo! Pero me andan buscando para quitarme la vida.»(A)

11 Entonces el Señor le dijo:

«Sal de tu cueva y espérame en el monte, delante de mí.»

Elías pudo sentir que el Señor estaba pasando, porque se desató un viento poderoso que a su paso desgajaba los montes y partía las rocas. Pero el Señor no estaba en el huracán. Tras el viento vino un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Tras el terremoto vino un fuego. Pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Luego vino un silvo apacible y delicado, 13 y cuando Elías lo percibió, se cubrió el rostro con su manto y se quedó a la entrada de la cueva; entonces escuchó una voz que le preguntaba:

«¿Qué haces aquí, Elías?»

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