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Elías vio que muy cerca había un pan cocinado sobre un fuego de carbón y una jarra de agua. Elías comió y bebió y luego se volvió a dormir.

Más tarde, el ángel del SEÑOR se le acercó otra vez y tocándolo le dijo:

—¡Levántate y come! Si no lo haces, no tendrás las fuerzas necesarias para el viaje. Así que Elías se levantó, comió y bebió. La comida le dio suficientes fuerzas como para caminar 40 días y 40 noches hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.

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