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y él se fue un día de camino por el desierto. Luego vino, se sentó debajo de un arbusto de retama y ansiando morirse dijo:

—¡Basta ya, oh SEÑOR! ¡Quítame la vida, porque yo no soy mejor que mis padres!

Se recostó debajo del arbusto y se quedó dormido. Y he aquí que un ángel lo tocó y le dijo:

—Levántate, come.

Entonces miró, y he aquí que a su cabecera había una torta cocida sobre las brasas y una cantimplora de agua. Luego comió, bebió y se volvió a recostar.

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