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30 Puso su cuerpo en su propio sepulcro, e hicieron duelo por él diciendo:

—¡Ay, hermano mío!

31 Sucedió que después de haberlo sepultado, habló a sus hijos diciendo:

—Cuando yo muera, sepúltenme en el sepulcro en que está sepultado el hombre de Dios. Pongan mis restos junto a los suyos, 32 porque sin duda sucederá lo que él proclamó por mandato del SEÑOR contra el altar que está en Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que hay en las ciudades de Samaria.

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