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Deberes conyugales

Así mismo, esposas, someteos a vuestros esposos, de modo que, si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por vuestro comportamiento que por vuestras palabras, al observar vuestra conducta íntegra y respetuosa. Que vuestra belleza no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que vuestra belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios. Así se adornaban en tiempos antiguos las mujeres santas que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo. Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Vosotras sois hijas de ella si hacéis el bien y vivís sin ningún temor.

De igual manera, vosotros esposos, sed comprensivos en vuestra vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada,[a] y ambos sois herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará vuestras oraciones.

Sufriendo por hacer el bien

En fin, vivid en armonía los unos con los otros; compartid penas y alegrías, practicad el amor fraternal, sed compasivos y humildes.

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Footnotes

  1. 3:7 ya que … delicada. Lit. como a vaso más frágil.