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Jonatán, nuevo jefe

23 Después de la muerte de Judas, los judíos renegados levantaron cabeza en todo el territorio de Israel, y volvieron a aparecer todos los malhechores. 24 Por aquel tiempo hubo un hambre terrible, y todos en el país se pasaron al lado de ellos. 25 Báquides escogió precisamente a hombres impíos para ponerlos al frente del país. 26 Éstos se pusieron a buscar y descubrir por todas partes a los amigos de Judas, y se los llevaban a Báquides, quien se vengaba de ellos y los insultaba. 27 Fue un tiempo de grandes sufrimientos para Israel, como no se había visto desde que desaparecieron los profetas.

28 Entonces todos los amigos de Judas se reunieron y dijeron a Jonatán: 29 «Desde que murió tu hermano Judas no ha habido un hombre como él, que haga frente a los enemigos, ni a Báquides y demás gente que odia a nuestra nación. 30 Por eso hoy te elegimos a ti, para que en su lugar seas nuestro jefe y nos guíes en nuestras batallas.» 31 Y desde ese momento Jonatán tomó el mando en lugar de su hermano Judas.

32 Báquides tuvo noticia de esto, y trató de matarlo; 33 pero Jonatán, su hermano Simón y sus seguidores lo supieron, y huyeron al desierto de Tecoa, donde acamparon junto al estanque de Asfar. 34 Báquides se enteró de esto un sábado, y con todo su ejército pasó al otro lado del Jordán.

35 Jonatán envió a su hermano Juan, quien estaba al frente de la gente que acompañaba al ejército, a rogar a los nabateos, amigos suyos, que le permitieran dejar con ellos su abundante bagaje. 36 Pero unos hombres de la tribu de Jambrí salieron de Medebá, secuestraron a Juan con todo el bagaje y se escaparon llevándoselo todo.

37 Algún tiempo después, Jonatán y su hermano Simón tuvieron noticia de que los de la tribu de Jambrí estaban celebrando unas bodas muy importantes, y que con un gran cortejo llevaban a la novia desde Nadabot. La novia era hija de uno de los hombres más importantes de Canaán. 38 Entonces se acordaron de cómo ellos habían asesinado a su hermano Juan, y subieron y se escondieron al abrigo de la montaña. 39 De pronto vieron aparecer, en dirección hacia ellos y en medio de un gentío que llevaba un abundante bagaje, al novio con sus amigos y sus hermanos. Iban tocando panderetas y otros instrumentos musicales, y estaban bien armados. 40 Los judíos salieron de su escondite, cayeron sobre ellos, mataron a muchos, hirieron a otros y se apoderaron de todo lo que llevaban, mientras que los sobrevivientes huían a la montaña. 41 Así las bodas se convirtieron en llanto y la música en lamentaciones. 42 De esta manera vengaron la muerte de su hermano y regresaron a las orillas pantanosas del Jordán.

43 Báquides se enteró de esto, y un sábado fue a las orillas del Jordán con un numeroso ejército. 44 Entonces Jonatán dijo a su gente: «¡Adelante! ¡Luchemos y defendamos nuestras vidas! Nunca antes habíamos estado en situación tan grave como ahora. 45 Los enemigos nos atacan por delante y por detrás, y a uno y otro lado están el río Jordán, pantanos y matorrales. ¡No hay por dónde escapar! 46 Clamen a Dios, para que nos salve de nuestros enemigos.»

47 Y trabaron batalla. Jonatán ya tenía la mano extendida para descargar un golpe contra Báquides, pero éste se escapó retrocediendo. 48 Entonces Jonatán y sus seguidores saltaron al Jordán y cruzaron el río a nado. Los enemigos no lo cruzaron para perseguirlos. 49 En ese día cayeron como mil hombres del ejército de Báquides.

50 Báquides regresó a Jerusalén y se puso a fortificar diversas ciudades de Judea: hizo las fortalezas de Jericó, Emaús, Bet-horón, Betel, Timná, Piratón y Tapúah, con murallas altas, y puertas y barras. 51 En ellas puso guarniciones para hostilizar a los israelitas. 52 También fortificó Bet-sur, Guézer y la ciudadela de Jerusalén, y puso en ella guarniciones y provisiones de víveres. 53 Tomó como rehenes a los hijos de los jefes del país, y los encerró en la ciudadela de Jerusalén.

54 En el segundo mes del año ciento cincuenta y tres, Alcimo ordenó demoler el muro del atrio interior del templo, destruyendo así el trabajo de los profetas. Pero cuando ya había empezado la demolición, 55 Alcimo sufrió un ataque que le impidió terminar sus obras. Se le paralizó la boca, de modo que no podía hablar ni hacer su testamento. 56 Así murió en medio de grandes tormentos. 57 Al saber Báquides que Alcimo había muerto, regresó a la corte real, y Judea gozó de tranquilidad durante dos años.

58 Todos los judíos renegados se reunieron para ver qué podrían hacer, y dijeron: «Jonatán y sus seguidores viven tranquilos y confiados. Traigamos a Báquides para que los arreste a todos en una sola noche.» 59 Entonces fueron a consultar con Báquides, 60 y él se puso en camino con un numeroso ejército. A todos los aliados que tenía en Judea les envió cartas secretas, en las que les pedía que arrestaran a Jonatán y a sus seguidores; pero éstos se enteraron del plan, así que no pudo realizarse. 61 Los seguidores de Jonatán pusieron entonces presos a unos cincuenta hombres del país, cabecillas de la conspiración, y los mataron. 62 Jonatán, Simón y sus seguidores se retiraron a Betbasí, en el desierto, ciudad que estaba en ruinas, la cual ellos reconstruyeron y fortificaron.

63 Cuando Báquides tuvo conocimiento de esto, reunió a todo su ejército y mandó aviso a sus amigos de Judea. 64 Se puso en marcha, tomó posiciones frente a Betbasí, y durante muchos días la atacó con la ayuda de las máquinas de guerra que había construido. 65 Jonatán dejó a su hermano Simón en la ciudad, y salió por la región con un puñado de hombres. 66 Atacó las tribus de Odomerá y Fasirón en sus campamentos. Después de estos primeros golpes, regresaron con más soldados. 67 Simón y su gente salieron también de la ciudad e incendiaron las máquinas de guerra. 68 Lucharon contra Báquides, y lo derrotaron y lo pusieron en graves aprietos, haciendo fracasar su plan y su expedición. 69 Báquides se puso entonces furioso contra los judíos renegados, que le habían aconsejado que invadiera el país, y mandó matar a muchos de ellos. Después, él y su gente decidieron regresar a su patria.

70 Cuando Jonatán tuvo noticia de esto, envió una delegación a Báquides para que hicieran un tratado de paz y le devolvieran los israelitas cautivos. 71 Báquides aceptó la propuesta de Jonatán y juró no volver a hacerle ningún mal en toda su vida. 72 Además le devolvió los cautivos que se había llevado anteriormente de Judea, regresó a su tierra y no volvió a presentarse en Judea. 73 Así terminó la guerra en Israel. Jonatán se estableció en Micmás, donde empezó a gobernar al pueblo, y exterminó de Israel a los renegados.

Jonatán entre dos rivales

10 En el año ciento sesenta, Alejandro Epífanes, hijo de Antíoco, vino y se apoderó de Tolemaida, donde fue bien recibido, y se proclamó rey. Cuando el rey Demetrio tuvo noticias de esto, reunió un ejército extraordinariamente numeroso y se puso en marcha para atacar a Alejandro. Al mismo tiempo envió Demetrio a Jonatán una carta en términos pacíficos y elogiosos. Él pensaba que era preferible adelantarse a hacer las paces con los judíos, antes que Jonatán las hiciera con Alejandro y los dos se unieran contra él. Pensaba que Jonatán se acordaría de todos los males que Demetrio les había hecho a él, a sus hermanos y a toda la nación. Entonces autorizó a Jonatán para formar un ejército y conseguir armas y ser su aliado. Mandó también que le entregaran los rehenes que había en la ciudadela de Jerusalén. Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta delante de todo el pueblo y de la guarnición de la ciudadela. Éstos se llenaron de miedo cuando le oyeron leer que el rey lo había autorizado para formar un ejército, así que le entregaron los rehenes, y él los devolvió a sus padres.

10 Jonatán se estableció en Jerusalén y empezó a reconstruir y reparar la ciudad. 11 Dio a los encargados de las obras la orden de reconstruir las murallas y de rodear el monte Sión con una fortificación hecha de piedras talladas, cosa que se realizó. 12 Los extranjeros que estaban en las fortalezas hechas por Báquides huyeron, 13 abandonando cada uno su puesto para regresar a su patria. 14 Sin embargo, en Bet-sur se quedaron algunos de los que habían sido infieles a la ley y a los mandamientos, y que se habían refugiado allí.

15 El rey Alejandro se enteró de las promesas que Demetrio había hecho a Jonatán, lo mismo que de las batallas que habían sostenido, y el valor que habían mostrado Jonatán y sus hermanos, y las penalidades que habían soportado, 16 y dijo: «¡Ojalá tuviéramos nosotros un hombre así! Más vale que ahora lo hagamos amigo y aliado nuestro.» 17 Entonces le escribió una carta en los siguientes términos:

18 «El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán. 19 He tenido noticias de que eres un hombre fuerte y valiente, digno de ser amigo mío. 20 Por eso te confiero hoy la dignidad de sumo sacerdote de tu nación y el derecho de llamarte «amigo del rey», para que apoyes mi causa y me conserves tu amistad.»

Con la carta, Alejandro le envió un manto de púrpura y una corona de oro.

21 Jonatán se puso las vestiduras sagradas el mes séptimo del año ciento sesenta, en la fiesta de las Enramadas. Reunió un ejército y consiguió muchas armas.

22 Cuando Demetrio supo esto, se sintió muy molesto y dijo: 23 «¿Cómo dejamos que Alejandro se nos adelantara y se ganara la amistad y el apoyo de los judíos? 24 Yo también voy a escribirles amistosamente y a ofrecerles honores y regalos, para que se pongan de mi lado y me apoyen.» 25 Entonces les escribió en los siguientes términos:

26 «El rey Demetrio saluda a la nación de los judíos. He sabido con placer que ustedes han cumplido los convenios que hemos hecho, y que se han mantenido como amigos míos y no se han puesto del lado de mis enemigos. 27 Continúen manteniéndose fieles a mí, y los recompensaré bien por lo que hagan por mí; 28 los eximiré de muchas contribuciones y les haré muchos regalos.

29 »Por la presente eximo a ustedes y a todos los judíos de pagar tributo, del impuesto a la sal y del impuesto en oro para el rey. 30 De hoy en adelante renuncio a la tercera parte de la cosecha de granos y a la mitad de la cosecha de los árboles frutales que me correspondía. Desde ahora y para siempre renuncio a tomarlos de Judea, así como de los tres distritos que antes pertenecían a Samaria y Galilea, pero que ahora quedan anexados a Judea. 31 Jerusalén, lo mismo que su territorio, será sagrada y estará libre de diezmos e impuestos. 32 También renuncio a mi autoridad sobre la ciudadela de Jerusalén, y concedo al sumo sacerdote autorización para escoger una guarnición que la proteja. 33 Declaro libres, sin rescate ninguno, a todos los judíos que han sido llevados cautivos de Judea a cualquier lugar de mi reino. Ellos y su ganado quedan libres de impuestos. 34 Todos los días de fiesta, de luna nueva, los sábados y demás fechas especialmente señaladas para las fiestas, lo mismo que los tres días anteriores y los tres días siguientes de cada fiesta, serán días libres de impuestos y de obligaciones civiles para todos los judíos que viven en mi reino. 35 Nadie tendrá autoridad para exigir dinero o para molestar a ningún judío por ningún motivo.

36 »Los judíos podrán ser reclutados, hasta un número de treinta mil hombres, para los ejércitos del rey, y recibirán el mismo salario que las demás tropas del rey. 37 Habrá también algunos judíos en las principales fortalezas reales, y otros ocuparán puestos de confianza en el reino. Sus comandantes y oficiales deben ser también judíos y deben vivir de acuerdo con sus leyes, como el rey lo ha ordenado para toda Judea.

38 »Los tres distritos que han sido separados de Samaria y anexados a Judea, deben quedar incorporados a ella, bajo la misma administración y bajo la sola autoridad del sumo sacerdote.

39 »Doy Tolemaida y la tierra que le pertenece, como regalo, al templo de Jerusalén, para cubrir los gastos del mismo. 40 Del presupuesto real doy la cantidad anual de ciento sesenta y cinco kilos de plata, que deberá ser sacada de los lugares más convenientes. 41 Todo el excedente de las contribuciones oficiales para el culto, que los funcionarios no estaban dando como al principio, será entregado de ahora en adelante para las obras del templo. 42 Queda además suprimido el impuesto de cincuenta y cinco kilos de plata, que el templo, de lo que recibía, debía pagar anualmente al rey, y ahora se destinará a los sacerdotes que ofician en el templo. 43 Si alguna persona que tenga una deuda con el fisco real o cualquier otra obligación se refugia en el templo de Jerusalén o en el terreno que le pertenece, quedará libre ella y todas las cosas que posea en mi reino. 44 Los gastos para la reconstrucción y reparación del templo serán pagados con fondos del tesoro real. 45 Los gastos para la reconstrucción de las murallas de Jerusalén y de las fortificaciones que hay alrededor, así como la reconstrucción de las murallas de otras ciudades de Judea, también correrán por cuenta del tesoro real.»

46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron esto, no lo creyeron ni lo aceptaron, pues recordaban los terribles males que el rey Demetrio había causado a Israel y la dura opresión a que los había sometido. 47 Prefirieron ponerse de parte de Alejandro, pues él había tomado la iniciativa de hacerles propuestas de paz. Por eso fueron siempre sus aliados.

48 El rey Alejandro reunió un gran ejército y tomó posiciones frente a Demetrio. 49 Los dos reyes trabaron batalla, pero el ejército de Demetrio huyó, y Alejandro lo persiguió y sacó ventaja sobre sus enemigos. 50 Aunque Demetrio resistió con fuerza el ataque hasta la puesta del sol, sin embargo ese día cayó muerto.

Jonatán recibe honores supremos

51 Alejandro, entonces, envió una embajada al rey Tolomeo de Egipto, para decirle: 52 «He regresado a mi reino para ocupar el trono de mis antepasados, y he tomado el poder. He derrotado a Demetrio y me he apoderado de nuestro país. 53 Después de una batalla con él, lo he derrotado a él y a su ejército, y me he sentado en el trono real que él ocupaba. 54 Así pues, quiero que hagamos amistad y que me des como esposa a tu hija, para ser tu yerno. Yo te daré a ti, y también a ella, regalos dignos de tu posición.»

55 El rey Tolomeo respondió en los siguientes términos: «Feliz el día en que regresaste a la tierra de tus antepasados y ocupaste el trono real. 56 Acepto la propuesta que me has hecho en tu carta, y te haré mi yerno, como me lo pides. Pero quisiera que nos encontráramos en Tolemaida, para entrevistarnos.»

57 Tolomeo y su hija Cleopatra salieron de Egipto y se dirigieron a Tolemaida. Era el año ciento sesenta y dos. 58 El rey Alejandro salió a su encuentro, y Tolomeo le dio su hija. La boda se celebró en Tolemaida con gran esplendor, como correspondía a su dignidad real.

59 El rey Alejandro le escribió a Jonatán, invitándolo a entrevistarse con él. 60 Jonatán fue con gran pompa a Tolemaida, y allí se entrevistó con los dos reyes; a ellos y a sus amigos les ofreció regalos de oro y plata, y muchas otras cosas, y se ganó su amistad.

61 Entonces se reunieron unos israelitas renegados, gente malvada, y fueron a acusar a Jonatán; pero el rey no les hizo caso. 62 Más aún, ordenó que le cambiaran a Jonatán la ropa que llevaba puesta por vestiduras de púrpura, y así se hizo. 63 El rey hizo que se sentara a su lado, y ordenó a sus oficiales que lo llevaran al centro de la ciudad y proclamaran que nadie podía acusarlo de ninguna cosa, ni causarle molestia por ningún motivo. 64 Cuando sus acusadores lo vieron con tantos honores, como se había proclamado, y vestido de púrpura, todos huyeron. 65 El rey, pues, lo cubrió de honores, lo inscribió en el grupo de primeros amigos del rey, y lo nombró jefe militar y gobernador de la provincia. 66 Después Jonatán volvió a Jerusalén, contento por lo bien que le había ido.

Victoria de Jonatán sobre Apolonio

67 En el año ciento sesenta y cinco, Demetrio, hijo del rey Demetrio, llegó de Creta a la tierra de sus antepasados. 68 Cuando el rey Alejandro lo supo, se contrarió mucho y se volvió a Antioquía. 69 Demetrio nombró comandante a Apolonio, que era gobernador de Celesiria. Éste reunió un numeroso ejército y acampó en Jabnia, desde donde envió el siguiente mensaje a Jonatán: 70 «Tú eres el único que se me opone; por culpa tuya he quedado en ridículo y me desprecian. ¡No te las des de muy fuerte contra mí, estando allá en tus montañas! 71 Si tienes tanta confianza en tus ejércitos, baja a la llanura y midamos allí nuestras fuerzas. Yo tengo de mi lado el apoyo de las ciudades. 72 Pregunta, y te dirán quién soy yo y quiénes son los demás que me apoyan. Te dirán que contra nosotros no podrán ustedes resistir, pues los antepasados de ustedes ya han sido derrotados dos veces en su propia tierra. 73 En la llanura, donde no hay rocas ni peñascos ni sitios donde refugiarse, tú no podrás hacer frente a la caballería ni a un ejército como el mío.»

74 Al oír el mensaje de Apolonio, Jonatán se indignó profundamente, escogió a diez mil hombres y salió de Jerusalén. Su hermano Simón fue a su encuentro para prestarle ayuda. 75 Acamparon junto a Jope, pero los habitantes de la ciudad les cerraron las puertas, pues allí había una guarnición de Apolonio. Entonces los judíos atacaron la ciudad. 76 Los habitantes, llenos de miedo, les abrieron las puertas, y Jonatán se apoderó de Jope.

77 Cuando Apolonio tuvo noticias de esto, alistó un ejército compuesto de tres mil soldados de caballería y una gran fuerza de infantería, y se puso en marcha hacia Azoto, como si quisiera pasar de largo, pero al mismo tiempo se internó por la llanura, confiado en su numerosa caballería. 78 Jonatán lo persiguió hasta Azoto, donde los dos ejércitos trabaron batalla. 79 Apolonio había dejado escondidos en la retaguardia diez mil soldados de caballería; 80 pero Jonatán se dio cuenta de que le había tendido una emboscada en la retaguardia. La caballería enemiga rodeó al ejército de Jonatán y lo atacó con una lluvia de flechas, desde la mañana hasta el atardecer. 81 Pero la gente se mantuvo firme, como se lo había ordenado Jonatán, hasta que la caballería enemiga se cansó. 82 Una vez agotadas las fuerzas de la caballería, Simón hizo avanzar sus tropas y atacó a la infantería enemiga; todos fueron derrotados y huyeron. 83 Los de caballería se dispersaron por la llanura, huyeron a Azoto, y entraron en el templo de Dagón, el dios de la ciudad, para escapar de la muerte.

84 Jonatán incendió Azoto y sus aldeas, y las saqueó; incendió el templo de Dagón e hizo morir en el incendio a los que se habían refugiado allí. 85 El número de los que murieron a filo de espada o en el incendio llegó a ocho mil.

86 De allí Jonatán se fue y acampó en Ascalón. Los habitantes de la ciudad salieron a su encuentro, y le rindieron grandes honores. 87 Luego Jonatán regresó a Jerusalén con su gente y gran cantidad de botín.

88 Cuando el rey Alejandro recibió noticias de esto, todavía le concedió más honores a Jonatán: 89 le envió un broche de oro, como se acostumbra dar a los parientes del rey, y además le dio en propiedad la ciudad de Ecrón con todo su territorio.

Muerte de Alejandro y de Tolomeo

11 El rey de Egipto reunió un gran ejército, innumerable como la arena de la playa del mar, y muchas naves, y con engaños trató de apoderarse del reino de Alejandro, para añadirlo a su reino. Se puso en marcha hacia Siria, hablando de paz, y los habitantes de las ciudades le abrían sus puertas y salían a recibirlo. El rey Alejandro había ordenado que lo hicieran así, puesto que Tolomeo era su suegro.

Pero en cada ciudad en donde entraba, Tolomeo dejaba una guarnición. Cuando llegó a Azoto, le mostraron el templo incendiado de Dagón, y la ciudad y sus alrededores destruidos, con los cadáveres tirados y los restos de la gente que Jonatán había quemado en la batalla; los habían amontonado a lo largo del camino por donde Tolomeo debía pasar. La gente le contó al rey que eso lo había hecho Jonatán, para desacreditarlo, pero el rey se quedó callado. Jonatán salió a Jope a recibir al rey con gran pompa. Allí se saludaron y pasaron la noche. Jonatán acompañó luego al rey hasta el río llamado Eléutero, y de allí regresó a Jerusalén. El rey Tolomeo se apoderó así de las ciudades de la costa hasta Seleucia Marítima, y entre tanto hacía planes funestos contra Alejandro.

Envió una embajada al rey Demetrio, para decirle: «Ven y hagamos un pacto entre nosotros dos: yo te doy mi hija, que actualmente está viviendo con Alejandro, y serás rey en el reino de tu padre. 10 Me arrepiento de haberle dado mi hija a Alejandro, pues ha intentado matarme.» 11 Esta acusación no tenía otro fundamento que el deseo de Tolomeo por apoderarse del reino de Alejandro. 12 Tolomeo, entonces, le quitó su hija a Alejandro y se la dio a Demetrio. Así rompió con Alejandro, y la enemistad entre los dos se hizo manifiesta. 13 Luego Tolomeo entró en Antioquía y se puso la corona de Asia. Así llevó en la cabeza dos coronas, la de Egipto y la de Asia.

14 Por aquel tiempo, el rey Alejandro estaba en Cilicia, pues los habitantes de esa región se habían rebelado. 15 Cuando oyó las noticias, se puso en marcha para atacar a Tolomeo; pero éste le salió al encuentro con un poderoso ejército y lo hizo huir. 16 Alejandro fue a refugiarse a Arabia, y Tolomeo salió victorioso. 17 Pero Zabdiel, un jefe árabe, le cortó la cabeza a Alejandro y se la mandó a Tolomeo. 18 Sin embargo, dos días más tarde murió el rey Tolomeo, y los soldados que había dejado en las fortalezas fueron asesinados por la gente de esos lugares. 19 Demetrio quedó como rey en el año ciento sesenta y siete.

Jonatán se hace amigo de Demetrio II

20 Por aquel tiempo, Jonatán reunió a los habitantes de Judea para atacar la ciudadela de Jerusalén, y con este fin construyeron muchas máquinas de guerra. 21 Pero algunos israelitas renegados, enemigos de su propio pueblo, acudieron al rey y le contaron que Jonatán tenía cercada la ciudadela. 22 El rey, al oírlo, se puso furioso, e inmediatamente se fue a Tolemaida, desde donde escribió a Jonatán que desistiera del ataque y que fuera a entrevistarse con él en Tolemaida lo más pronto posible.

23 Cuando Jonatán recibió esta carta, ordenó que siguieran el ataque, escogió unos cuantos ancianos del pueblo y unos sacerdotes, y exponiéndose al peligro acudió a la cita. 24 Llevó plata, oro, ropa y muchos otros regalos, y se presentó ante el rey en Tolemaida, y se ganó su simpatía 25 a pesar de las acusaciones de los renegados de su propio pueblo. 26 El rey lo trató como lo habían tratado sus predecesores, y lo honró delante de todos sus amigos. 27 Lo confirmó en el cargo de sumo sacerdote, le renovó todos los otros privilegios que tenía anteriormente, y lo contó en el grupo de los primeros amigos del rey.

28 Jonatán pidió al rey que eximiera de pagar impuestos a Judea y a los tres distritos que antes habían pertenecido a Samaria, prometiéndole el envío de nueve mil novecientos kilos de plata. 29 Al rey le pareció bien, y le escribió a Jonatán una carta sobre todos estos asuntos, en los siguientes términos:

30 «El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y a la nación de los judíos. 31 Les copio a continuación el texto de la carta que escribí a mi pariente Lástenes acerca de ustedes, para que estén informados: 32 “El rey Demetrio saluda a su venerable pariente Lástenes. 33 Puesto que el pueblo judío ha sido amigo mío, y ha cumplido sus obligaciones para conmigo y ha mostrado sus buenas disposiciones hacia mí, he decidido concederles diversos favores. 34 Les confirmo los derechos sobre el territorio de Judea y sobre los distritos de Efraín, Lida y Ramataim, que quedaron separados de Samaria y fueron anexados a Judea, lo mismo que todos los territorios que les pertenecen. A todos los israelitas que van a ofrecer sacrificios en Jerusalén, les perdono los impuestos que el rey acostumbraba cobrarles anteriormente cada año sobre los productos de los campos y de los árboles frutales. 35 De ahora en adelante, les perdono todos los otros impuestos, diezmos y tributos que me correspondían, el impuesto sobre la sal y el impuesto de oro para el rey. Todo se lo perdono. 36 De ahora en adelante, ninguna de esas concesiones podrá ser anulada jamás. 37 Procura que se haga una copia de este documento y se le entregue a Jonatán, para que él la coloque en el monte santo, en lugar visible.”»

Jonatán ayuda a Demetrio II

38 Al ver el rey Demetrio que el país estaba tranquilo y que nadie le oponía resistencia, licenció a todas sus tropas, dejando que cada uno regresara a su tierra, con excepción de las tropas de mercenarios que había reclutado de diversos países marítimos extranjeros. Con esto, se indispusieron contra él las tropas que habían sido reclutadas por sus antepasados.

39 Entonces un tal Trifón, que antes había sido partidario de Alejandro, dándose cuenta del descontento que había en todos los soldados contra Demetrio, fue a verse con Imalcué, un jefe árabe, que había educado a Antíoco, el hijo pequeño de Alejandro, 40 y le insistió que le entregara el niño, para que fuera rey en lugar de su padre. Trifón lo informó de todas las medidas que Demetrio había tomado y de cómo se había ganado la enemistad de sus tropas. Trifón se quedó allí largo tiempo.

41 Entre tanto, Jonatán había pedido al rey Demetrio que retirara sus soldados de la ciudadela de Jerusalén y de las otras fortalezas, pues estaban continuamente hostilizando a Israel. 42 Demetrio le respondió: «No solamente les concederé esto a ti y a tu nación, sino que los llenaré de honores, tan pronto tenga oportunidad. 43 Pero ahora lo mejor que puedes hacer es enviarme soldados que me ayuden, pues todas mis tropas me han abandonado.»

44 Jonatán le envió a Antioquía tres mil hombres fuertes y valientes. Cuando llegaron, el rey se puso muy contento. 45 Los habitantes de la ciudad, que eran unos ciento veinte mil hombres, se reunieron en el centro de ella decididos a matar al rey. 46 Éste se refugió en el palacio, mientras que la gente de la ciudad ocupó las calles, y comenzó la lucha. 47 El rey Demetrio llamó a los judíos para que lo ayudaran. Ellos se reunieron inmediatamente a su lado; luego se dispersaron por la ciudad, y ese día mataron a unas cien mil personas. 48 Incendiaron y saquearon la ciudad, y así salvaron al rey.

49 Cuando los habitantes de la ciudad se dieron cuenta de que los judíos se habían adueñado por completo de ella, se acobardaron, y a gritos le suplicaron al rey: 50 «¡Hagamos las paces! ¡Que dejen los judíos de luchar contra nosotros y contra la ciudad!» 51 Entonces entregaron sus armas e hicieron las paces. Los judíos quedaron muy bien acreditados ante el rey, se hicieron famosos en el reino y regresaron a Jerusalén cargados de botín. 52 Pero cuando el rey Demetrio se afianzó en su trono y el país quedó apaciguado bajo su dominio, 53 faltó a todas las promesas que había hecho, rompió su amistad con Jonatán y, en vez de recompensarlo por los servicios que le había prestado, le causó innumerables molestias.

Jonatán se hace amigo de Antíoco VI

54 Después de esto, regresó Trifón en compañía de Antíoco, que era apenas un niño. Antíoco fue coronado rey, 55 y todas las tropas que Demetrio había licenciado se reunieron alrededor del rey y le hicieron la guerra a Demetrio, que huyó derrotado. 56 Trifón se apoderó entonces de los elefantes, y ocupó Antioquía.

57 El joven Antíoco le escribió a Jonatán, confirmándolo en el cargo de sumo sacerdote y dándole autoridad sobre los cuatro distritos, y haciéndolo miembro del grupo de amigos del rey. 58 También le envió copas de oro y una vajilla, y le concedió el derecho de beber en copa de oro, de vestirse de púrpura y de llevar broche de oro. 59 A su hermano Simón lo nombró jefe militar de la región que va desde la Escala de Tiro hasta la frontera con Egipto.

60 Jonatán recorrió toda la provincia y las ciudades al occidente del Éufrates, y todos los ejércitos de Siria se le unieron como aliados suyos. Luego se dirigió a Ascalón, donde los habitantes los recibieron con honores. 61 De allí siguió a Gaza, pero sus habitantes le cerraron las puertas. Él la cercó, e incendió y saqueó las aldeas vecinas. 62 Entonces los habitantes de Gaza se rindieron, y Jonatán hizo un tratado de paz con ellos, pero tomó como rehenes a los hijos de los jefes y los envió a Jerusalén. Luego siguió su camino a través del país hacia Damasco.

63 Jonatán tuvo noticia de que los generales de Demetrio habían llegado con un gran ejército a Quedes de Galilea, con el fin de impedir que él consiguiera sus propósitos. 64 Jonatán fue a hacerles frente, dejando a su hermano Simón en Judea. 65 Simón acampó frente a Bet-sur, y durante muchos días la rodeó y la atacó. 66 Por fin los habitantes se rindieron, e hizo con ellos un tratado. Pero los obligó a desocupar la ciudad, se apoderó de ella y puso allí una guarnición.

67 Jonatán, entre tanto, había acampado con su ejército junto al lago de Genesaret. Muy de mañana se puso en camino hacia la llanura de Hasor. 68 En la llanura le salió al encuentro el ejército extranjero, mientras que otro ejército le tenía tendida una emboscada en las montañas. 69 Cuando estos últimos salieron de sus escondites y atacaron al ejército de Jonatán, 70 todos los soldados huyeron. No quedó ni uno solo, con excepción de Matatías, hijo de Absalón, y Judas, hijo de Calfí, jefes del ejército. 71 Jonatán se rasgó la ropa, se echó polvo sobre la cabeza y se puso a orar. 72 A pesar de todo, se volvió contra los enemigos para atacarlos, los derrotó y los puso en fuga. 73 Cuando los judíos que habían huido vieron esto, se volvieron a él y se pusieron a perseguirlos con él hasta el campamento que los enemigos tenían en Quedes. Allí acamparon ellos también. 74 Aquel día cayeron como tres mil hombres del ejército extranjero. Después Jonatán regresó a Jerusalén.

Pacto de Israel con Roma y Esparta

12 Jonatán, viendo favorables las circunstancias, escogió unos cuantos hombres y los envió a Roma para confirmar y renovar el tratado de amistad. Con el mismo propósito, envió también cartas a Esparta y a otros lugares. Los embajadores fueron a Roma, entraron en el senado y dijeron: «El sumo sacerdote Jonatán, y la nación de los judíos, nos han enviado a renovar el tratado de amistad y el pacto que habíamos hecho anteriormente.» Los romanos les dieron salvoconductos para las autoridades de los diversos sitios, en los que les recomendaban que dejaran a los embajadores hacer su viaje en paz hasta Judea.

Ésta es la copia de la carta que Jonatán envió a los de Esparta:

«El sumo sacerdote Jonatán, el consejo de ancianos de la nación, y los sacerdotes y todo el pueblo judío, saludan a sus hermanos los espartanos. Ya en una ocasión anterior el rey Ario de Esparta había enviado una carta al sumo sacerdote Onías, para asegurarnos que ustedes nos consideran como hermanos. El texto de esta carta se copia más adelante. Onías recibió con honores al enviado, y aceptó la carta en que se exponían los términos del pacto y la amistad. Aunque nosotros no tenemos necesidad de estas cosas, pues buscamos nuestro apoyo en los libros sagrados que poseemos, 10 hemos decidido enviar a ustedes una delegación para que renueve nuestra fraternidad y amistad, a fin de que no se enfríen nuestras relaciones, pues ha pasado ya mucho tiempo desde la primera carta de ustedes. 11 Nosotros no dejamos de acordarnos continuamente de ustedes en nuestras fiestas y demás días apropiados, cuando ofrecemos nuestros sacrificios, y en nuestras oraciones, como es justo y conveniente hacerlo por los hermanos. 12 Nos alegramos de la fama que tienen ustedes. 13 Por nuestra parte, nos hemos visto rodeados de innumerables dificultades y guerras. Los reyes que nos rodean nos han estado atacando. 14 Nosotros no hemos querido molestarlos a ustedes ni a nuestros otros aliados y amigos en estas guerras, 15 pues tenemos la ayuda divina, y Dios nos ha librado de nuestros enemigos y los ha humillado. 16 Hemos escogido a Numenio, hijo de Antíoco, y a Antípatro, hijo de Jasón, y los hemos enviado a Roma para renovar la amistad y el pacto que habíamos acordado anteriormente con los romanos. 17 También les ordenamos que fueran a Esparta, a saludarlos a ustedes y entregarles nuestras cartas, con las que queremos renovar nuestra fraternidad. 18 Les agradeceremos que nos den una respuesta a ellas.»

19 Ésta es la copia de la carta enviada a Onías:

20 «Ario, rey de Esparta, saluda al sumo sacerdote Onías. 21 He descubierto un documento en el que se muestra que los espartanos y los judíos somos hermanos, descendientes todos de Abraham. 22 Ahora que he tenido noticia de esto, les agradecería a ustedes que me escriban y me informen de cómo se encuentran. 23 Por mi parte les escribo: Si el ganado de ustedes y todos sus bienes son nuestros, también lo nuestro es de ustedes. Así pues, he dado órdenes de que les comuniquen este mensaje.»

Nuevas luchas de Jonatán

24 Jonatán tuvo noticias de que los generales de Demetrio habían regresado para atacarlo con un ejército más numeroso que el anterior. 25 Jonatán salió de Jerusalén para hacerles frente en la región de Hamat, no dejándolos poner pie en el territorio de Judea. 26 Envió espías a su campamento, los cuales regresaron y contaron que se estaban preparando para atacarlos por la noche. 27 Apenas se puso el sol, Jonatán ordenó a su gente que se mantuvieran vigilantes toda la noche y con las armas en la mano, listos para luchar. Alrededor de todo el campamento colocó centinelas. 28 Cuando los enemigos se enteraron de que Jonatán y sus soldados estaban listos para la batalla, tuvieron miedo; acobardados, encendieron hogueras en su campamento y huyeron. 29 Jonatán y su ejército, viendo las hogueras encendidas, no se dieron cuenta de lo sucedido hasta la mañana siguiente. 30 Entonces Jonatán los persiguió, pero no pudo alcanzarlos, pues ya habían cruzado el río Eléutero. 31 Jonatán se dirigió entonces contra una tribu árabe llamada de los zabadeos, y los derrotó y se apoderó de sus pertenencias. 32 Luego levantó el campamento, llegó hasta Damasco, y recorrió toda la región.

33 Simón, por su parte, había emprendido una expedición hasta Ascalón y las fortalezas vecinas. Luego se dirigió a Jope y la ocupó, 34 pues había oído decir que los habitantes querían entregar la fortaleza a los partidarios de Demetrio. Allí puso una guarnición para que la defendiera.

35 Cuando Jonatán regresó, llamó a los ancianos del pueblo a una reunión, y con ellos decidió construir fortalezas en Judea, 36 levantar más la muralla de Jerusalén y alzar un gran muro entre la ciudadela y la ciudad, para separarlas, de manera que la ciudadela quedara aislada, para que los soldados que había en ella no compraran ni vendieran cosa alguna. 37 La gente se reunió para comenzar los trabajos de reconstrucción. Una parte de la muralla oriental, hacia el arroyo, se había derrumbado. También reparó la zona llamada Cafenatá. 38 Simón también reconstruyó y fortificó Hadid, en la llanura de la costa, y le puso puertas y barras.

Traición de Trifón y caída de Jonatán

39 Trifón aspiraba a ser rey de Asia; tenía intenciones de matar al rey Antíoco y coronarse él como rey. 40 Sin embargo, tenía miedo de que Jonatán se le opusiera y le declarara la guerra. Así pues, comenzó a estudiar la manera de apoderarse de Jonatán para acabar con él. Entonces se puso en camino y se fue a Bet-seán. 41 Jonatán le salió al encuentro con cuarenta mil soldados escogidos y bien disciplinados, y también fue a Bet-seán. 42 Trifón, al ver que Jonatán había llegado con un ejército tan numeroso, tuvo miedo de arrestarlo. 43 Así que, por el contrario, lo recibió con honores, los presentó a todos sus amigos, le hizo regalos, y ordenó a sus amigos y a sus tropas que le obedecieran como a él mismo. 44 Y dijo a Jonatán: «¿Para qué molestaste a toda esa gente, si no hay guerra entre nosotros? 45 Déjalos que se vayan a sus casas; escoge solamente unos cuantos que te acompañen, y ven conmigo a Tolemaida. Yo te entregaré la ciudad y las demás fortalezas, así como los otros ejércitos y sus oficiales, y después regresaré. Precisamente para esto he venido.»

46 Jonatán le creyó, e hizo como Trifón le había indicado: despidió a sus soldados, los cuales regresaron a Judea. 47 Solamente conservó tres mil hombres, de los cuales dejó dos mil estacionados en Galilea, y los otros mil se fueron con él. 48 Pero apenas entró Jonatán en Tolemaida, los habitantes de la ciudad cerraron las puertas, lo pusieron preso y acuchillaron a todos los que iban con él.

49 Luego envió Trifón tropas de infantería y caballería a Galilea, a la gran llanura, para que mataran a todos los hombres de Jonatán. 50 Pero éstos, deduciendo que Jonatán había sido hecho prisionero y que había muerto lo mismo que sus compañeros, se animaron unos a otros y avanzaron en filas cerradas, listos a luchar. 51 Al ver los que los perseguían que los judíos estaban dispuestos a luchar hasta morir, se regresaron. 52 Así, todos los judíos lograron llegar sanos y salvos a Judea, donde, llenos de miedo, lloraron a Jonatán y a sus compañeros. En todo Israel hubo grandes demostraciones de dolor. 53 Todos los paganos que los rodeaban empezaron a buscar la manera de exterminar a los judíos, pues decían: «¡Ya no tienen un jefe que los defienda! ¡Es el momento de atacarlos y borrar de entre los hombres su recuerdo!»